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C.M.O |MADRID
Sonrisas al límite del pitido inicial y bronca al final. Manzano y Schuster protagonizaron la previa del partido, dejaron que sus futbolistas jugaran durante noventa minutos, y volvieron a acaparar el protagonismo de los micrófonos. El choque venía caliente, pero la imagen de sonrisas y abrazos que se vio entre ambos al inicio del choque, se volvió arisca al final. El jienense buscó al alemán al final del partido para estrecharle la mano, pero Schuster le despreció y le dio la espalda en un gesto tan chulesco como falto de juego limpio. Evidentemente en rueda de prensa este asunto salió a relucir con fuerza. Al principio Manzano pasó de puntillas. «Es una conversación que he tenido privada con Schuster y no la haré pública. Nos hemos dado la mano antes y después del partido y antes y después ha habido palabras que son de dos profesionales y se quedan en el campo. No tengo ningún problema con Schuster, para nada. Hace siete días le felicité por la marcha de su equipo. Hay que tener humildad, saber reconocer la derrota, felicitar al contario y tener un nivel como el que tiene el Real Madrid», comentó.

Pero a Manzano le recordaron que Schuster había justificado las declaraciones del jienense contra los errores aribitrales como unas manifestaciones «de gente que no viene del fútbol». Tras unos segundos de meditar y contar hasta diez, el jienense precisó: «En la vida no todo el mundo tiene posibilidades de jugar al fútbol al más alto nivel y de hacerlo en grandísimos equipos. Mientras él hacía esa práctica, insisto, admirado por mí, yo me estaba preparando en mi vida normal y formándome como entrenador. Llevo 23 años entrenando y 10 en el fútbol profesional y creo haber caminado en este mundo con la cabeza muy alta y si estoy aquí es porque hay un trabajo previo muy duro por mi parte. Opino que alguien que sabe inglés no siempre es un buen profesor de inglés», y con un escueto «buenas noches» se despidió. Qué pasó dentro del vestuario sólo lo saben los protagonistas, pero seguramente ambos entrenadores no quedaron para cenar.