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Miguel Luengo|MELBOURNE
El mallorquín Rafael Nadal jugó con luz natural, sin demasiado calor pero con la temperatura que a él le gusta y su saque funcionó a la perfección para derrotar al francés Florent Serra, 88 del mundo, en algo más de hora y media para colocarse en la tercera ronda del Open de Australia. Todo se conjugó a favor de Nadal. Más calor que el primer día de su partido contra el serbio Viktor Troicki, que acabó de madrugada, luz natural y un soberbio servicio que firmaría para todos sus encuentros, además de un rival que salió prácticamente derrotado a la Rod Laver Arena. Y el resultado llegó cómodo, 6-0, 6-2 y 6-2, y el español, a dos pasos de igualar su mejor actuación en Melbourne, los cuartos de final del año pasado.

Tiene Nadal una ventaja sobre muchos de sus rivales, sale lanzado y como si llevara ya media hora de precalentamiento inicial. Y eso le hace temible porque al menor descuido de su oponente ha puesto ya la directa hacia el triunfo. Así le sucedió a Serra, que cuando quiso darse cuenta, llevaba ocho juegos encajados, cedido el primer set en apenas veintidós minutos en los que el español solo dejó escapar diez puntos y había cometido cuatro errores no forzados.

Serra apenas se enteraba y además el servicio del español funcionaba como nunca, variándolo, usando diferentes velocidades y abriendo ángulos, tal y como había planeado antes con su tío y entrenador Toni Nadal. El resultado se hizo palpable, nueve saques directos, una cifra que pocas veces logra Nadal, y un 72 por ciento de efectividad con el primer servicio. Era lógica la desesperación de Serra ante esa avalancha, porque además se sintió maltratado por la derecha del de Manacor.