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Javier Giraldo|BARCELONA
Después de varios meses de espera, el barcelonismo descubrió por fin la elegancia y la autoridad de Thierry Henry, líder del conjunto azulgrana en su victoria ante el Murcia (4-0).

A falta de un juego deslumbrante, al Barça le sostiene su impresionante repertorio de nombres. Entre ellos está Henry, fuera de foco durante la primera parte del curso y rehabilitado ante el Murcia. Ayer salió a relucir su cambio de ritmo, su jerarquía y su capacidad para desviar el rumbo de los partidos. Fue la mejor noticia para el Barcelona, que pierde a Etoo durante al menos quince días debido a la Copa de Africa.

Lejos queda ya aquel Barca pletórico, capaz de desplegar un fútbol incontestable. Ahora es un equipo más lento, que gana los partidos apelando a su jerarquía futbolística, más por el nombre que por el juego. Pese a ello, ante el Murcia aparecieron varios síntomas de recuperación, especialmente en la segunda parte, cuando el equipo de Rijkaard gobernó el partido de principio a fin, manejando el balón con rapidez y criterio.

Frente a un Murcia que aplicó la receta del visitante en Can Barca -resguardarse bien, juntar las líneas y asfixiar al centro del campo azulgrana-, el Barcelona fue de menos a más. Empezó atascado, sufrió incluso la censura de la grada, pero cerró la jornada y la primera vuelta con un buen sabor de boca. El resultado y Henry invitan al optimismo. Al equipo, en cambio, aún le falta continuidad en su juego.

Convertidos en generales de un equipo extraño desde su alineación, víctima de las bajas; Henry y Eto'o se asociaron desde el pitido inicial y dieron aire al equipo azulgrana, demasiado pastoso en la creación.