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Luis Miguel Pascual|LISBOA
El mítico rally Dakar se suspendió ayer, por primera vez en sus 30 años de historia, un día antes de su inicio, víctima de la amenaza terrorista que Al Qaeda ha lanzado a la carrera a su paso por Mauritania, escenario de la mitad de la edición de este año, que quedó abortada antes de nacer.

Ni dunas ni tormentas de arena habían podido detener en las 29 ediciones anteriores a una caravana de 5.5500 personas que se había acostumbrado a dejar cada mes de enero su estela por el desierto del Sáhara.

Pero la amenaza de Al Qaeda fue un obstáculo insalvable que amilanó al Gobierno francés, temeroso de correr ningún riesgo y que presionó al más alto nivel para evitar que el Dakar tomara la salida.

Una victoria del terrorismo islamista sobre uno de los mayores eventos deportivos del mundo que murió del mismo síntoma que ha hecho su grandeza: el riesgo.

Lo que en años anteriores era una amenaza militar «clásica» que las autoridades mauritanas habían aprendido a controlar a base de un importante despliegue humano, se tornó ahora en un riesgo de atentados aislados difíciles de evitar e imposibles de predecir, según confirmó el presidente de ASO, la empresa organizadora, Patrice Clerc.

Ni ASO ni las autoridades francesas quisieron concretar más las amenazas que corre el rally y el director de la carrera, Etienne Lavigne, se escudó en las «razones de Estado», que «ni se discuten ni se explican» para no dar más detalles de la decisión.

Los organizadores tomaron en la mañana de ayer la decisión de anular, después de que el portavoz del Gobierno, Laurent Wauquiez, subiera la víspera el tono de la advertencia al recomendar «fuertemente» que no se viaje a Mauritania, un aviso que incluía a los participantes y organizadores del rally.

La caravana, que no discutió la decisión de los organizadores, acogió la noticia con lágrimas, que dejaron paso a las calculadoras, que deberán a partir de ahora desentrañar el daño económico causado.

En primer lugar a Africa, donde el rally era para muchos un negocio y cuya imagen se verá dañada, lo que puede tener consecuencias en sus florecientes ingresos turísticos.

Desde Nuakchot, la capital mauritana, ya comenzaron a echar de menos al rally por el que han luchado hasta el último momento, sobre todo con la promesa de desplegar hasta 4.000 hombres suplementarios, un esfuerzo logístico que París no ha considerado suficiente.