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El Mallorca se ha acostumbrado a nadar contracorriente. Los árbitros están fustigando al grupo de Manzano con una regularidad sospechosa y remar en inferioridad se está convirtiendo en un ejercicio rutinario. Ayer fue el colegiado madrileño Antonio Rubinos Pérez el protagonista de la ¡octava expulsión! rojilla del torneo. Nunes protestó una falta al asistente y Rubinos le mostró la roja. Así de cruel. Así de simple. Pese a jugar con diez desde el minuto 32, el Mallorca acumuló méritos para ganar a un Athletic ramplón, pero cierra el año en casa con un empate que le deja en tierra de nadie, con una racha preocupante y que confirma el primer bache del curso: un triunfo en los nueve últimos partidos (0-0).

Daños colaterales al margen, fue un partido frío y plano. El típico choque trabado que se resuelve por la calidad en la definición, una virtud de la que adolecieron ayer ambos ataques. El Mallorca se estrelló contra su propia ineficacia. Basinas malgastó una ocasión de lujo en el minuto 92 tras una galopada inmensa de Jonás, el mejor del choque.

Del Athletic apenas hubo noticias y, cuando se atrevió, se encontró con Lux. Al portero argentino se le caerá algún día el larguero, pero sus reflejos resultan determinantes en las distancias cortas como comprobaron Llorente (min. 49) y Etxeberria (min. 83).

Con Ibagaza y Yeste cortocircuitados, el partido se jugó muchos minutos con la luz apagada. Sobre todo al inicio, que fue del Athletic. El equipo de Manzano, que optó por dejar a Arango en el banquillo, no encontró resquicios en el entramado de Caparrós en el arranque.

La presión sobre Ariel Ibagaza establecía un cortocircuito considerable en la creación, agravado por la dificultad para progresar por las bandas. El Mallorca jugaba a varias millas del marco rival y las ocasiones tardaron en llegar.

La movilidad de Etxeberria hizo daño entre líneas. Con Pereyra atosigando a Yeste, el '17' del Athletic se movió con criterio por la frontera del área de Lux. El argentino se sacudió del frío en una falta de David López.

En medio del desierto, Ibagaza apareció con la cantimplora para provocar una ocasión de oro. El Caño templó una rosca de lujo con la izquierda y Varela, entrando en carrera, remató al poste (min. 20). Esa acción activó al Mallorca, que rozó el gol minutos después con otro cabezazo, este de Pereyra, que despejó sin querer Etxeberria con el portero ya batido.

Con el campo volcado, llegó la jugada clave. Nunes protestó una falta al asistente y Rubinos respondió con la roja directa (min.32)
No acusó el equipo ese mazazo. Ya está acostumbrado. Y Webó y Güiza rozaron el gol. Una trifulca entre el jerezano y Pereyra finiquitó el primer acto.
Como sucedió en el arranque, el Athletic firmó la primera ocasión del segundo tiempo, un remate de Llorente a bocajarro que Lux despejó con la rodilla. Un minuto más tarde, en el 50, Amorebieta cargó con dureza a Güiza dentro del área, pero el árbitro miró a otro lado.

El Mallorca daba más sensación de peligro ante un Athletic conformista y plano al que Manzano le hizo un favor en el primer cambio, protestado por la hinchada. En vez de retirar a Webó, que estaba cansado y tenía una tarjeta (al final el camerunés se retiró con una grave lesión), el técnico quitó a Güiza, que un minuto antes había gozado de una ocasión de oro despejada por Aranzubia, para dar entrada a Basinas. El griego ni robó ni creó y descentró a sus compañeros. Para colmo, en el descuento no pudo echar el lazo a una jugada inmensa de Jonás. Recibió en área pequeña y disparó al cuerpo de Ustaritz. Arango estaba solo en el segundo palo.