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Miquel Alzamora Iturralde González impidió ver al Mallorca más atrevido de la temporada. Manzano salió con todo, metió de una vez sobre el campo a Ibagaza, Jonás, Arango, Güiza y Webó. Se atrevió, pero el colegiado vasco destrozó de un plumazo este tratado de intenciones.

Después los baleares se perdieron en el campo y ni Manzano ni los jugadores fueron capaces de interpretar el nuevo escenario que se planteaba a raíz de quedarse también el Racing con diez. Hizo mal Iturralde expulsando a Webó, de hecho se cargó el partido, pero tampoco el entrenador fue capaz de administrar los recursos de que dispone en la plantilla de forma ordenada. Cuando el partido se rompió, el Malloca improvisó sin excesiva fe y acabó a merced de un Racing que por momentos también llegó a desaparecer del partido.

Nadie sabrá qué hubiera ocurrido si Iturralde permite al Mallorca llegar al final de los noventa minutos con el planteamiento inicial, pero sin duda tenía buena pinta. Siempre se dice que el fútbol es como una manta corta, es decir, si te tapas la cabeza enseñas los pies y si decides cubrírtelos, entonces es la cabeza la que asoma. Es difícil encontrar el equilibrio y no son pocos los que piensan que con cinco hombres de claro talante ofensivo, el equipo carece de trabajo de contención en la zona media. No obstante, ayer el Mallorca se adelantó en el marcador y de no ser por un despiste tan infantil como incomprensible que el Racing aprovechó, posiblemente el Mallorca hubiera dado la verdadera medida de su calidad. Al final todo salió mal y antes de la media hora el trabajo de la semana ya había quedado en nada. Así es el fútbol. Con el paso de los minutos sólo quedaba la impotencia de lo que pudo haber sido y no fue.