Fernando Varela y Borja Valero festejan el tanto del andaluz, anoche en el Sánchez Pizjuán. Foto: JAVIER BARBANCHO

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El Mallorca ha recuperado el camino de la victoria. Los de Manzano volvieron a reventar todos los pronósticos y abandonaron el Sánchez Pizjuán por la puerta grande. Con su crédito totalmente rehabilitado y la moral otra vez por las nubes, los baleares cierran el primer tercio de la Liga entre los mejores del pelotón y pueden seguir soñando con metas mucho mayores (1-2).

El partido empezó a cobrar vida a partir del primer cuarto de hora, porque hasta entonces ninguno de los dos equipos hizo nada especialmente llamativo. Sin embargo, todo cambió cuando Jonás entró en escena. El jugador argentino, que reaparecía en el equipo después de que su confusa situación se calmara, trazó una galopada imparable por la banda izquierda y le sirvió un balón de oro a Ibagaza, que llegaba lanzado desde atrás. El Caño le pegó a la bola de forma magistral y ésta siguió un rumbo sorprendente que descolocó por completo a Palop al entrar ajustada a su palo derecho. Todo un golazo de precisión y calidad (minuto 16).

El tanto desató los nervios del Sevilla, que se metió en un atasco considerable del que le costó mucho salir. Su primera reacción, que tardó cuatro minutos en llegar, fue un remate elevado de Luis Fabiano que culminaba un gran pase de su compatriota Adriano. Gracias a eso, los andaluces se volcaron y obligaron a Germán Lux a exhibirse, justo después tras un saque de esquina. El Mallorca optó entonces por rebajar el ritmo.

El partido se fue transformando al antojo de los baleares, que empezaron a gestionar muy bien el tiempo y la paciencia de los locales. Y obtuvo su premio antes de que se cerrara el primer tiempo. Ibagaza sacó en corto una falta que se ubicaba a muchos metros del arco de Palop y a su lado apareció Varela, que se sacó de la manga un bombazo que se clavó en la escuadra de la portería hispalense para convertirse en una de las dianas más espectaculares de la jornada (minuto 38).