Un cargo de altura. Pere Terrassa, que en la imagen entrega la camiseta del Real Mallorca a uno de los héroes del Mundial de Japón, el alero mallorquín Rudy Fernández, fue nombrado ayer director general de Gestión y gozará de plenos poderes en el club y en la Fundació.

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Fue un buen jugador de baloncesto. Un alero de figura estilizada que solía jugarse las bolas calientes cuando el marcador andaba estrecho. Siempre tuvo madera de líder y junto a los Miquel Llompart, Xisco Vila y el «gurú» Alonso impuso su jerarquía durante un buen puñado de temporadas. Pero a Pere Terrassa siempre le faltó decisión para cruzar el charco o una oportunidad para calibrar su potencial real como jugador. Acabó siendo cabeza de ratón.

En los despachos todo ha sido distinto. En unas pocas temporadas, Terrassa ha alcanzado la NBA y prestigio ilimitado. Trabajó durante muchos años a la sombra de Alemany y con Grande su ascensión ha sido meteórica. La última reorganización interna de la SAD balear ha mejorado aún más el aspecto de sus galones. Pere Terrassa es el nuevo director general de Gestión del Real Mallorca, con plenos poderes en el club y en la Fundació.

Prácticamente, Vicenç Grande ha otorgado un control casi absoluto sobre las finanzas de la entidad a Pere Terrassa, que se ha convertido en uno de los hombres de confianza del presidente y máximo accionista. Tras el ascenso de Nando Pons, que meses atrás amplió su contrato y fue nombrado director deportivo, Grande no había realizado cambio alguno en el organigrama del club. Así, el nuevo rango de Terrassa es visto como una muestra de confianza del propietario, que en unas pocas temporadas ha confeccionado un nuevo «aparato».

En las entrañas del Mallorca y tras la figura de su presidente y principal mecenas, los nombres de Pere Terrassa, Nando Pons y Joaquín García han adquirido una trascendencia crucial. Casi nada se mueve en el club sin que Grande esté al corriente, aunque tampoco si antes ha pasado por las manos de su triángulo ejecutivo y asesor.

Pons ha asumido plenos poderes en el área deportiva y Terrassa se encarga del resto. Junto a ellos siempre se asoma con timidez Joaquín García, un ejecutivo de Drac -una de las principales empresas de Vicenç Grande. García es un tipo discreto y silencioso. Amante del atletismo, especialmente de la prueba de maratón, irrumpió en los despachos del Real Mallorca de la mano de su actual propietario, aunque no tardó demasiado en granjearse el respeto y admiración de todos sus empleados. Joaquín García nunca aparece en los papeles, pero su influencia y capacidad de decisión es notable.

«Para cualquier profesional, un ascenso significa un reconocimiento. Yo agradezco la muestra de confianza del presidente, aunque aquí lo realmente importante es la institución», comentó a este diario Pere Terrassa.