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Guillermo Ortego En una carta remitida a este diario, la nadadora mallorquina María Fuster, preseleccionada para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, medita continuar su preparación para la cita olímpica fuera de la Isla ante la falta de infraestructuras y critica con dureza al IME y al Govern por no aportar soluciones y ayudas.

La joven deportista, como el resto de nadadores que pertenecen al Centro de Tecnificación de las Illes Balears, se encuentra en estos momentos en una precaria situación y con más dificultades de las previstas para llevar a cabo la práctica de este deporte por la falta de instalaciones en Palma.

Fuster afirma que «actualmente entrenamos en la piscina exterior de Son Hugo, dependiente del IME, con una temperatura de agua muy por debajo de lo que exigen las condiciones ideales, debido a que según el responsable de mantenimiento, calentar el agua a la temperatura ideal de 27/28 grados centígrados cuesta mucho dinero y están en esta instalación de 'prestado'».

Esta situación también afecta a su compañera de equipo Melanie Costa, con la que en los pasados Campeonatos del Mundo de Natación celebrados en Melbourne consiguió la duodécima posición en la prueba de relevo 4x200, lo que significó la clasificación de la selección española para Pekín. «La verdad es que estando como estamos en una temporada olímpica, formando parte dos nadadoras locales de la preselección para el relevo de 4x200, resulta lamentable que no podamos entrenar en unas condiciones mínimamente dignas y debamos marcharnos a otra ciudad a buscarlas. Y que decir de unos niños y niñas jóvenes que sin una consolidación física deben entrenar en estas condiciones», asegura Fuster.

Por otra parte, la nadadora mallorquina recuerda que todavía no han recibido los 5.000 euros anuales por parte de la Fundación Illesport, que a duras penas les permite cubrir los gastos del fisioterapeuta y de los desplazamientos. Fuster afirma que «esa beca lleva ya un año de retraso».

Ante estos obstáculos, y con la ilusión de aprovechar la oportunidad histórica de representar a España en unos Juegos Olímpicos, que está a la vuelta de la esquina, la única solución que encuentra al problema es «marchar a entrenar al Centro de Alto Rendimiento más cercano, perdiendo todo un año de estudios», ante la imposibilidad para cambiarse de universidad a estas alturas del curso.