TW
0

La imagen de Albert Riera, celebrando eufórico el tercer tanto de la selección española, ha sido una de las más repetidas en los espacios deportivos del fin de semana. La eclosión del futbolista manacorí, que abrochó en Dinamarca el balsámico triunfo que tanta falta le hacía a Luis Aragonés, no ha pasado desapercibida para nadie. El espanyolista es uno de los jugadores más en forma del pelotón nacional y su capacidad de desequilibrio ha superado las fronteras de la Liga para incrustarse de lleno en las carreteras que llevan a la Eurocopa del 2008. El manacorí ha ganado peso en el escaparate continental, pero para llegar al punto más dulce de su carrera ha tenido que sortear diversos obstáculos y completar una travesía que comenzó hace trece años de una forma peculiar y asombrosa.

En el verano de 1995, el desaparecido Tomeu Serra, el padre de la cantera del Real Mallorca, lanzó sus redes sobre el campo municipal de Na Capellera y se puso en contacto con su amigo Joan Caldentey, que por entonces manejaba los hilos del Club Deportivo Manacor desde su puesto de presidente.

El objetivo del club bermellón era hacerse con los servicios de un futbolista, infantil de primer año, llamado Rafa Caldentey, que además era hijo del máximo mandatario rojiblanco. Después de varios contactos, la entidad manacorí aceptó la propuesta basándose en el antiguo convenio de colaboración que existía entre ambos conjuntos, pero Caldentey fue un poco más allá y le ofreció a Serra la posibilidad de ampliarla. «Le dije a Tomeu que para ellos podría ser interesante fichar también a Berto (Riera), que tenía un año más, ya que en aquella época resultaba algo más complicado desplazarse a Palma a entrenar y si bajaban los dos juntos sería más factible. Sobre todo porque Pedro, el tio de Albert, podía acompañarles», comenta el propio Caldentey. Y así fue. El Mallorca dio luz verde a la operación y los dos jóvenes se comprometieron a realizar la pretemporada con el equipo cadete. Curiosamente, la trayectoria de Rafa Caldentey en el Miquel Nadal se truncó muy poco tiempo después y a día de hoy milita en el Santanyí de Tercera división. Riera, en cambio, prolongó su estancia en la factoría rojilla y empezó a subir una escalera que todavía no ha acabado de recorrer.

Ayer, las fotografías del centrocampista del Espanyol presidían la prensa nacional junto a las de su compañero Raúl Tamudo. El diario catalán «Sport» titulaba en su portada «Tres goles a la crisis» y subrayaba que «los goles de Tamudo, Ramos y Riera firmaron la victoria de la selección española, situándola con pie y medio en la Eurocopa y dando aire a Luis Aragonés». Todo ello «merced a la creatividad de los hombres del Barca: Iniesta, Cesc y Xavi y la definición de los jugadores del Espanyol: Tamudo Riera y el gol del madridista Sergio Ramos».

En la capital, el rotativo «As» destacaba la notable actuación de los jugadores pericos y apuntaba que «Tamudo marcó el primer gol y dio el segundo, y su compañero en el Espanyol Albert Riera remató la faena». Además, «La Razón» resaltaba que «Tamudo y Riera mantienen viva a la selección». Los ecos del notable papel que interpretó frente a Dinamarca se oyeron también en Montjuïc, donde el director deportivo del Espanyol, Paco Herrera, valoró muy positivamente su esfuerzo: «Todos los seguidores blanquiazules nos levantamos con el primer y el tercer gol. Fueron dos tantos muy bonitos que ratifican esta corriente buena que estamos llevando. Tamudo siempre las enchufa y Riera ha encontrado el camino y está con mucha confianza», señaló. El miércoles, el centrocampista volverá a irrumpir sobre la helada arena de Helsinki enfundado en la roja y los focos le seguirán muy de cerca. Nadie lo duda, Riera está de moda.