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Una porción de la carretera de Sóller se cubrió de rojo. La Diada de Penyes Mallorquinistes cambió de escenario, pero no de sentimiento. El traslado a la Ciudad Deportiva Antonio Asensio provocó que la hinchada descubriera el centro de operaciones diario de sus ídolos. Vestuarios, sala de prensa, campos, despachos...La novedad obtuvo una buena respuesta de los fieles, que no dudaron en coger los bártulos y trasladarse a Son Bibiloni.

Eso sí, la mayoría en sus vehículos particulares, ya que los autobuses contratados para la ocasión iban vacíos. Pese a ello, no se registraron problemas de aparcamiento. La entidad ha alquilado por 18 años el solar adyacente a Son Bibiloni, de 18.000 metros, que fue utilizado como parking y para acoger la carpa para degustar la fideuá.

La plantilla también quiso sumarse a la fiesta y los jugadores desfilaron para firmar autógrafos. Unos más que otros. Güiza, por ejemplo, se acercó a la masa social minutos antes de dirigirse al aeropuerto para coger un avión. También Manzano compareció un rato. Quien sí se volcó fue Ariel Ibagaza. El Caño acabó con agujetas en las manos después de tanto firmar -estuvo más de una hora ahí sentado- y después, acompañado por su hijo, se sumó a la comida.