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José A.Moreno|VALLADOLID
El Real Madrid sólo pudo empatar anoche en Zorrilla (1-1) tras enredarse en la presión de un Valladolid voraz, ordenado, rápido y profundo, que gobernó el encuentro ante un líder inseguro, sin llegada por las bandas y que sufrió en defensa la sangría de pérdidas de balón de su medio campo.

Y es que el Real Valladolid protagonizó una salida acometedora, como siempre, pero además tuvo hoy una mayor viveza por los extremos, que esta vez eligieron el camino de la insolencia y decidieron entregarse a sus tareas de ataque con mayor descaro.

El equipo de Mendilibar comenzó agigantado y presionando muy arriba porque sabe que esa estrategia es su mejor arma. Estuvo ausente de pegada, pero tuvo más el balón en los primeros minutos ante un Madrid cauteloso, que amagaba y no daba ante el ritmo infernal de los vallisoletanos. Desprovisto de la conexión entre líneas que le otorga Víctor, el Valladolid ofreció a cambio mucha presión, una imagen siempre esforzada y la buena organización habitual. Eso le bastó para gobernar el medio campo y zarandear en los primeros minutos a un Madrid aturdido que, no obstante, tuvo sus opciones. Al Valladolid parecía acabársele la gasolina en la presión y apareció por momentos la calidad del líder. Aun sin ser dominador claro, el Madrid parecía ir encaminando el partido a su favor cuando Pedro López apareció en escena por sorpresa para enganchar un disparo inapelable desde la esquina derecha del área que ya «nacía» gol desde que el balón salió de la bota del lateral valenciano (min. 70). El equipo de Zorrilla pudo hacer más daño en el marcador en unos minutos locos, con el partido revolucionado y en los que el Madrid echó el resto en ataque. Los de Schuster se fueron al abordaje, descuidando el trabajo defensivo, y esa falta de cautela le acabó saliendo bien en una acción muy trenzada, en la que el argentino Javier Saviola estableció el definitivo empate a uno a poco del final.