TW
0

El Mallorca se dejó ayer dos puntos en Almería. El cuadro isleño no supo rentabilizar la fragilidad defensiva del equipo de Emery y tuvo que conformarse con el empate que atrapó cuando el partido se diluía. Los rojillos, que tendrán que seguir esperando para estrenarse a domicilio, inician entre dudas el primer maratón del torneo (se enfrenta el miércoles al Valladolid y el domingo al Betis), aunque tienen mucho tiempo por delante para seguir progresando (1-1).

Manzano encontró la primera piedra del camino mucho antes de que empezara a rodar el balón. Fernando Navarro se caía del equipo por culpa de una gastroenteritis y el técnico de Bailén tenía que improvisar con Tuni en el lateral izquierdo, ya que no contaba con demasiadas posibilidades. Eso propició también la entrada en el once de Varela. A pesar de eso, el Mallorca empezó bien el partido y estuvo a punto de inaugurar el marcador cuando aún no se habían cumplido los tres primeros minutos de juego. Güiza se quedó solo ante Cobeño y le intentó superar por alto, aunque sin demasiado éxito. Después, Arango desperdició un dos contra uno (minuto 11) y Jonás probó fortuna con un disparo desde la frontal que salió ajustado al palo derecho de la portería local.

El Almería, que no tenía nada que ver con el equipo compacto y descarado que asombró hace una semana al resto de la Liga en el Santiago Bernabéu, estaba espeso, estancado en su propio juego. Emery había adelantado hasta el límite todas sus líneas y el Mallorca le generaba problemas casi sin quererlo. Además, los andaluces no le daban salida al balón y se mostraban estériles en ataque, ya que su primer acercamiento de cierta intensidad tardó casi veinte minutos en llegar. Eso sí, cuando lo hizo, apagó por completo el partido. Los baleares se contagiaron de la apatía local y la cita decayó de forma alarmante. Aunque lo peor estaba por llegar...

Corría el minuto 30, cuando el Mallorca obsequió a su anfitrión con un regalo espectacular. Kalu Uche se aprovechó de la falta de sintonia entre Nunes y Moyà y le sirvió el gol en bandeja a Mané, que marcó a placer el primer gol de su carrera en la máxima categoría. La jugada, probablemente la más absurda de toda la jornada, arrojó a la basura todo el esfuerzo llevado a cabo hasta ese momento y dinamitó el choque. Por si fuera poco, el tanto dio alas a los rojiblancos, que estuvieron a punto de agrandar el botín antes de marcharse al vestuario gracias al desconcierto que se instaló en las filas bermellonas.

Después del descanso el Mallorca intentó ponerse en pie y Manzano tiró de lo que tenía en el banquillo para ir en busca de la igualada. Primero, retiró a Varela del césped, pasó a Arango al costado izquierdo del centro del campo y puso a Víctor al lado de Güiza para ganar en pegada. Justo antes de que apareciera el de Algaida, el arquero dispuso de una gran ocasión para ajustar cuentas, pero se topó con un Cobeño enorme. Y justo después, Natalio perdonó el dos a cero después de ningunear a su compañero Negredo, que estaba totalmente solo.

El preparador andaluz siguió probando y el movimiento siguiente fue sustituir a Pereyra por Basinas para renovar el aspecto de la sala de máquinas. Al mismo tiempo, Güiza se fajaba ante la defensa almeriense y generaba continuamente llegadas de peligro. Para completar el puzzle y allanar el camino, Jonás le dejó su sitio a Borja Valero, quien nada más salir al terreno de juego tuvo el empate en la mano. Fue en la antesala del tanto visitante, que no tardaría mucho en llegar. El propio Valero abrió una grieta en la banda izquierda, envió la bola al corazón del área y aunque no llegó Ibagaza, Güiza aguardaba en el segundo palo y allí, fiel a su estilo, fusiló la meta rubricando el tercer tanto de su cuenta particular. A partir de ahí, el Almería ya no existió y el Mallorca todavía tendría alguna oportunidad más para hacerse con la victoria. La más clara estuvo en las botas de Víctor, que no pudo aprovechar una acción excelente de Güiza.