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Antonio Tomás |MADRID
La luz que parpadea ante la próxima llegada a destino indica, a una ronda del final del Abierto Británico de golf en el campo escocés de Carnoustie, que a Sergio García, de 27 años, le ha llegado el momento de conquistar su primer torneo de Grand Slam.

Esto es así porque el castellonense (decimotercero del mundo) continúa liderando el torneo en solitario de forma ininterrumpida desde el primer día; porque su juego no sólo no se ha debilitado con el paso de los hoyos, sino todo lo contrario. Y porque el español afronta la recta final de un Grande sin la sombra atemorizadora de Tiger Woods, el mejor del mundo que otras veces amargó un sueño, entre otros, al propio García años atrás.

Con Tiger, el favorito, ya casi sin opciones (8 golpes le separan de la cabeza), el jugador castellonense se asoma a la mejor ocasión de su vida y por primera vez en un «Grande» como líder en solitario.

No obstante, anulada la sombra de Tiger, otro estadounidense ha tomado el relevo para intentar frenar el sueño de García. Steve Stricker hizo ayer 64 golpes (7 abajo y otros tantos 'birdies') e igualó el récord del campo.

Stricker, de 40 años y dos títulos de relieve en su palmarés (su mayor gesta el Mundial Match Play de 2001), es la mayor amenaza para Sergio, aunque porfían igualmente por el título DiMarco, McGinley, Cink, Harrington, Choi, Els, Broadhurst, Furyk, Vijay Singh y el otro español en liza, el malagueño Miguel Angel Jiménez. Es decir, una constelación de estrellas, pero todos a seis golpes de García.

A excepción de Seve Ballesteros, que en esto de pescar «Salmones» (en la jerga es igual a Grandes) fue ciertamente precoz, el otro golfista español que consiguió ganar títulos de Grand Slam, el vasco José María Olazábal, logró el primero de los dos que jalonan su palmarés (Masters de 1994) con 28 años.

García camina con paso firme hacia la gloria que otorga la Jarra de Plata. Salvo un colapso monumental, el castellonense está próximo a este nuevo éxito para el golf español, en el campo más difícil para un Open Británico y tras el último que logró Olazábal en el Masters de 1999.

García no debe olvidar que ya ha pasado por la frustración de rozar un título en este torneo, en el US PGA y en el Abierto estadounidense.
El jugador de Borriol jugó, como casi siempre, excelso de «tee» a «green», y en los «greens» aprovechó las ocasiones sin cometer, aún, tres «putts» después de 54 hoyos. El único borrón lo echó García en el «approach» del hoyo 17, ya que su bola impactó directamente en el rostro de un fotógrafo apostado en las cercanías del «green». Pero el español superó el trance con un delicado golpe que dejó hecho el par.