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Fernando Fernández
Corría la cuarta etapa del pasado Giro de Italia (Salerno-Montevergine di Mercogliano) y los sueños de Joan Horrach se iban literalmente por los suelos. Una caída de la que salió aparentemente sin graves consecuencias empezó a adquirir tintes preocupantes cuando siete kilómetros después, un gran bulto emergió en la pierna derecha del corredor deianenc del Caisse d'Epargne.

«No me dolía cuando rodaba», comenta con el singular sentido del humor que le define y a toro pasado. Llegó a meta y lo primero que hizo fue visitar al médico. Sin darse cuenta, Horrach se veía dentro de una ambulancia y en cuestión de horas pasando por el quirófano para extraer el coágulo de sangre que le había originado la rotura de una vena.

«Cuando me levanté de la cama, ví que las sábanas estaban empapadas de sangre. Me operaron de urgencia y estuve dos días ingresado, pero lo que más rabia de daba era no poder seguir en carrera, porque la había preparado a conciencia. Si me hubiera caído en la etapa diecinueve, todavía, pero en la cuarta...».