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Rafael Nadal superó ayer el escollo más complicado que le había deparado el sorteo en las primeras rondas de Roland Garros. El tenista mallorquín se deshizo en tres sets del peligroso Juan Martín Del Potro (7-5, 6-3 y 6-2) y avanzó a la segunda ronda donde se medirá con el vencedor del duelo entre Flavio Cipolla y Teimuraz Gabashvili.

Juan Martín Del Potro optó por una táctica que Rafael Nadal ya conoce a la perfección. Como muchos de los que optan por pelear contra el mallorquín en un partido sobre tierra batida, el jugador argentino apostó por jugarse todas las pelotas. Midiendo más de dos metros y sacando a 215 kilómetros por hora, lo extraño es que Del Potro no tratara de jugarse más primeros y apostara por poner en juego un primer servicio a alrededor de 170 km/h.

Porque que no se jugara el saque no significaba que no buscara el punto ganador desde la primera pelota que le devolvía Nadal. Del Potro prefirió apostar por su derecha, con mucho peso y mucha potencia, y por un revés plano y cruzado a dos manos, muy molesto.

Como Nadal lleva la combatividad de serie, la lucha del primer set fue impresionante, pero bajo los parámetros previsibles. El mallorquín disfrutó de una oportunidad de break en el primer juego, pero Del Potro consiguió salir vivo de los primeros intercambios largos (0-1). A medida que avanzaba el parcial, los dos comenzaron a mostrar sus cartas. El balear con lo de siempre. El argentino con una derecha temible (3-3).

En el séptimo juego, Nadal iba a desaprovechar una gran oportunidad al resto (0-40) y el partido iba a entrar en una dinámica tremendamente peligroso. Del Potro salió vivo de ese juego (3-4) e instantes después conseguía el primer break del partido con una volea algo afortunada (3-5).

Del Potro tenía el partido donde quería. Se la había jugado y estaba ganando, pero la sensación de poder arrebatarle un set al bicampeón en la pista central fue demasiado para el joven argentino, de sólo 18 años. De repente se asustó, su brazo se encogió y Nadal encontró la solución. Rompió (4-5) y consolidó con su saque (5-5) para volver a equilibrar el duelo.

Con la primera manga en el desenlace, Del Potro seguía acusando el exceso de nervios y, pese a que Nadal desaprovechó sus tres primeras oportunidades, terminó cediendo su saque (6-5). El mallorquín ya se sabía ganador y completó el set ganando su servicio en blanco (7-5).

El descalabro de Del Potro fue total. Porque además de haber cedido los cuatro últimos juegos del primer set, regaló los cuatro primeros juegos del segundo parcial (4-0). Demasiada ventaja para el número dos del mundo, sobre todo encima de arcilla. El argentino consiguió maquillar la segunda manga ganando tres juegos seguidos (4-3), pero sus tiros eran cada vez menos peligrosos y sus errores no forzados crecían a pasos agigantados.