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Con Roger Federer y Rafael Nadal rumbo a Roma, la primera edición de la «Batalla de las superficies» se cierra con la sensación de que es un lujo ver a los dos mejores jugadores del mundo en la misma pista, pero que la exhibición necesita unos retoques para ser más atractiva. La expectación por el gran duelo del tenis moderno fue muy importante en Mallorca -la pista se quedó pequeña-, pero discreta a nivel nacional. La audiciencia del partido a través de Antena 3 fue de 1.403.000 espectadores, sólo un 13'4% de la audiencia. Hay pocos deportistas que dominen con tanta autoridad su especialidad a nivel mundial y que mantengan la caballerosidad como Roger Federer y Rafael Nadal. La profesionalidad del suizo y del mallorquín y el dominio de la raqueta de ambos está fuera de dudas, pero la «batalla de las superficies» merece un estudio para la segunda edición. Los siete mil espectadores que llenaron el Palma Arena salieron satisfechos porque aunque disputen una exhibición Federer y Nadal no dejan de ser los dos mejores jugadores del mundo, pero el suizo y el mallorquín necesitan algo más de tiempo para adaptarse a una pista tan extraña para ambos. Un calentamiento de treinta minutos y un partido de dos horas y media es insuficiente.

Insuficiente porque cuando Federer y Nadal comenzaban a sentirse cómodos, la hierba murió y el partido terminó. En un partido de competición entre ambos la media de intercambios probablemente ronde los diez golpes por punto, pero en la exhibición del miércoles, donde debería resultar más sencillo, en pocas ocasiones se vieron puntos largos. Y para disfrutar de la variedad de golpes de los dos jugadores y permitir que ambos exploten todas sus cualidades es vital que los puntos se alarguen. La idea de jugar con media pista de tierra batida y media de hierba es muy bonita desde el punto estético, pero demasiado incómodo para jugar a tenis. Tal vez sería más interesante montar dos pistas juntas, una de arcilla y la otra de césped y que los jugadores cambien de cancha más que de lado de la pista. Seguiría siendo una batalla de las superficies y seguro que se vería mucho más tenis.

Sea como sea, lo que es indiscutible es que la primera edición de la exhibición ha resultado un éxito de público. Las siete mil localidades se quedaron pequeñas y probablemente se hubieran llenado dos estadios porque el interés en la Isla fue máximo. Pero la justificación del evento hay que buscarla en la repercusión nacional y mundial. El hecho de que se enfrentaran los dos mejores jugadores del mundo provocó que se desplazaran a Mallorca buena parte de los periodistas de muchos países que habitualmente siguen el circuito ATP, aunque la audiencia que tuvo el encuentro en Antena 3 fue menor de la esperada. La batalla de las superficies fue seguida por 1.403.000 espectadores, lo que representa un 13'4% de la audiencia. Una cifra inferior a la media de la cadena (que ronda el 19%) y muy por debajo de las espectativas creadas.