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Seis temporadas en el alambre. El Mallorca se ha acostumbrado a convivir con el peligro en el último lustro. De hecho, el grupo balear afronta por sexta campaña consecutiva el tercio definitivo del campeonato metido de lleno en problemas, ocupando uno de los vagones del furgón de cola. La situación comienza a ser rutinaria para la escuadra balear, que desde la temporada 2000-01, con Luis Aragonés en el banquillo, divisa el horizonte con el agua al cuello y la calculadora en la mano. En aquella campaña, el conjunto bermellón residía en los pisos altos de la Liga, cerca del ático. Desde entonces, el sótano se ha convertido en el hábitat natural de un bloque que vive en permanente estado de nervios. El coqueteo con el descenso arrancó en la temporada 2001-02. El año que debía confirmar al Mallorca en la elite, con su presencia por primera vez en la historia en la Liga de Campeones, se transformó en la peor pesadilla. De hecho, el grupo isleño llegó a permanecer un puñado de minutos en Segunda División en aquel partido de infarto frente al Valladolid en casa. El triunfo momentáneo del conjunto pucelano, que se retiró al descanso con una victoria, hizo saltar todas las alarmas, encender las luces rojas.

En el segundo tiempo, Ariel Ibagaza y Albert Luque voltearon el destino y sellaron la salvación. En ese curso, el Mallorca había cruzado la jornada 24 en la décimoseptima posición de la tabla con los mismos puntos (26) que suma actualmente. En aquella ocasión, Rayo (24), Tenerife (23) y Real Sociedad (22) ocupaban las posiciones de descenso. A la conclusión del torneo, sólo el conjunto chicharrero perdió la categoría. El Rayo, que precisamente dirigía Gregorio Manzano, y la Real Sociedad reaccionaron en el tramo final, mientras que Las Palmas y el Real Zaragoza se hundieron en el foso. Al año siguiente, con Manzano en el banquillo, el equipo entró en un pequeño bache liguero al comienzo del año 2003 que coincidió con su participación en la Copa del Rey. El grupo acusó la exigencia de las eliminatorias coperas y afrontó el último tercio del torneo de la regularidad cerca del pozo. De hecho, en la jornada 24ª ocupaba la 16ª plaza con 28 puntos, los mismos que Osasuna y Alavés. En contra, Espanyol (25), Rayo (22) y Recreativo (21) eran los más firmes candidatos a perder la categoría. Tres meses después, los dos últimos firmaron su sentencia, mientras que el conjunto espanyolista se salvó en detrimento del Alavés, que se hundió al final.

Sin ser cómoda, el Mallorca vivió una calma relativa durante la temporada 2003-04, aunque se complicó la vida en la recta final. Un triunfo en Valladolid, que acabó por condenar al conjunto pucelano, supuso al principio de la remontada y una tacada de cinco victorias consecutivas que le permitieron al equipo finalizar el torneo en la undécima plaza con 51 puntos. A estas alturas del curso era el sexto peor equipo de la categoría con 28 puntos, por delante del Zaragoza (23), Espanyol (20) y Murcia (16). De ellos, el cuadro pimentonero fue el único que perdió la categoría. La reacción de maños y blanquiazules condenó al pozo a Valladolid y Celta.