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CAI ZARAGOZA 95
PALMA AQUA MÀGICA 72

El Aqua Mágica frenó de forma brusca en Zaragoza, donde guiñó al esperpento y rubricó una función repleta de errores. Sin duda, la peor del curso. Justo cuando mejores sensaciones transmitía, el grupo de Jareño rescató su versión más anárquica y fue pisoteado por el CAI, un equipo que llevaba jornadas caminando sobre arenas movedizas y que cosió su insultante triunfo sobre su trabajo defensivo y un tercer cuarto impecables. En pleno rediseño, el naufragió de Zaragoza deja de nuevo en mal lugar al Aqua Mágica. El mensaje de autoridad que mandó el equipo en Los Barrios se diluyó por completo en el Príncipe Felipe. Ante un equipo de su mismo tamaño, el Palma se mostró demasiado pequeño e indolente. Con nuevo inquilino en su banquillo -Curro Segura debutó en el cuadro aragonés-, el CAI derrochó todo lo que le faltó al Aqua Mágica: sacrificio en defensa y buenos porcentajes en ataque (95-72).

El Palma se largó del partido antes de tiempo y recibió un castigo humillante. Si pudiera elegirse la forma de perder, la escuadra balear escogió anoche la peor. Tras un primer acto aceptable (39-37), todo se vino abajo en el tercer cuarto. En apenas cinco minutos, el Aqua Mágica fue fustigado con un demoledor parcial de 16-5, que dejó el marcador en 55-42 y el partido excesivamente empinado. Fue el principio del final. Nada surtió efecto. Ni los tres tiempos muertos del entrenador, ni la ristra de jugadores que fueron desfilando sobre la pista. Inexplicablemente, el Aqua Mágica se había rendido y el CAI lo adivinó de inmediato. En apenas diez minutos, el conjunto mallorquín lo había lanzado todo por la borda. Un 34-12 le había sepultado.

Paradójicamente, el Palma había mandado buenas noticias durante los dos primeros cuartos, donde marcó el ritmo, e incluso mandó en el marcador. Eso sí, nunca de forma autoritaria. Pese a todo, el partido discurría sobre un alambre. Fueron los pequeños detalles los que lastraron al Aqua Mágica durante un buen tramo del primer tiempo, aunque nada hacía presagiar el desastroso desenlace final. La irrupción de Ondrej Starosta y Vitor Faverani, dos cincos natos, generó demasiados problemas en la pintura mallorquina. El CAI optimizó las segundas opciones que le concedió el Palma. De hecho, fue lo que le mantuvo a flote y lo que le permitió voltear el marcador. Jareño movió pieza en busca de soluciones y tiró de todos sus interiores para suturar la herida. Pero no hubo manera. Casi todos fracasaron ante Starosta y Faverani. Por fuera, Joe Crispin también hizo mucho daño.