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El Mallorca de Gregorio Manzano está a punto de entrar en la UVI. El estado de salud del equipo balear empeora por momentos y su nivel de credibibilidad se ha recortado de forma alarmante hasta situarse muy por debajo del umbral del fracaso. Los isleños se han quedado atrapados en uno de los extremos del laberinto al que descendieron el pasado mes de diciembre y siguen a varios kilómetros de la salida a pesar de las oportunidades que les brinda el calendario.

La escuadra balear agrandó anoche su colección de gazapos con una actuación preocupante. El bálsamo de la Copa se evaporó mucho antes de lo esperado y eBabydepor que gestiona Joaquín Caparrós necesitó muy poquito para apalabrar el billete hacia los cuartos de final. Los gallegos, que aprovecharon el desplazamiento para echar sal sobre las heridas rojillas, le dieron un volumen espectacular a la crisis y provocaron la quinta derrota consecutiva del cuadro mallorquinista, que ha sido incapaz de dibujar nada positivo desde el pasado 3 de diciembre. Ese día tiró a la basura un partido que tenía totalmente controlado ante el Celta (2-2) y dejó escapar dos puntos enormes, pero estaba todavía muy lejos del fondo. Cinco partidos después, el panorama es terrible. Desolador.

El Mallorca se abonó a la derrota hace un mes y desde entonces ha sido incapaz de reincorporarse. Salió agujereado de su visita al Reyno de Navarra (3-0), fue humillado en su propio terreno de juego por parte del Racing (1-2) y se entregó a la superioridad del Valencia sin oponer resistencia (3-0). Daba la sensación de que el equipo había llegado agotado a la recta de meta del 2006 y que el cambio de año le ayudaría a rehabilitarse, aunque visto lo visto, todo se quedó en un simple deseo navideño. El Athletic lo advirtió el domingo (1-3) y el Deportivo lo confirmó anoche (1-2). En total, cinco derrotas consecutivas y un montón de asuntos pendientes por analizar.

El público del ONO Estadi es el más perjudicado y no está dispuesto a seguir soportando el calvario. El pasado fin de semana se marchó del campo indignado con la actitud de las futbolistas y ayer la desconfianza todavía era patente. El encuentro comenzó practicamente en familia y aunque no había televisión en abierto de por medio, la entrada fue una de las flojas de los últimos tiempos. Era lo más lógico.

Los que desafiaron al frío para acomodarse en la grada lo hicieron con una actitud muy positiva. Apoyaron al equipo desde el calentamiento y lo pusieron todo de su parte para echarle un cable a los futbolistas, pero no encontraron respuestas sobre el tapete.