El central Sergio Ballesteros se duele de una falta durante el encuentro de ayer en Zaragoza. Foto: RICARDO ORDOÑEZ

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El Mallorca volvió a estrellarse ayer contra un colegiado. El equipo bermellón salió escaldado de La Romareda después de que Pérez Lima le pusiera contra las cuerdas en su camino ascendente y su cuenta sigue vacía. El trencilla canario condicionó gravemente la función con una expulsión exagerada en el primer tiempo y dejó el partido inclinado hacia el costado zaragocista cuando mejor se estaba expresando la escuadra isleña.

Los hombres de Manzano, que aún así no renunciaron a dar la cara en ningún momento, tuvieron que enfrentarse a una legión de peloteros en inferioridad y acabaron estampados contra la lona. La imagen, por momentos, fue positiva, pero el equipo corre ahora el riesgo de entrar una dinámica muy peligrosa (2-0).

El verdadero guión del partido se cocinó durante el primer tiempo. El Zaragoza intentó utilizar todo el talento que tiene desparramado por el centro del campo para intimidar al Mallorca y creó cierta incertidumbre, pero su juego se fue disolviendo al ritmo que lo haría una aspirina y los baleares se ofrecieron a llevar el timón.