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Carlos de Torres |CAEN
Oscar Freire, del Rabobank, consiguió al esprint la primera victoria española en el Tour de Francia superando a la elite e los velocistas, ávidos por lograr el maillot amarillo, en la quinta etapa disputada entre Beauvais y Caen, de 225 kilómetros de recorrido, en la que el belga Boonen mantuvo el liderato. A la quinta fue la vencida después de varios días echando boletos para la victoria y Freire, el triple campeón del mundo de fondo en carretera, por fin respetado por la salud, exhibió su enorme potencial para alzar los brazos por segunda vez en esta carrera, algo lejos de la primera en Sarrebruck (2002). En un duelo codo con codo entre campeones, Freire entró en un tiempo de 5h.18.50, engullido en su propia sonrisa por delante del actual arco iris, Tom Boonen, que sigue sin estrenarse, quizá algo flojo de fianza. La tercera plaza fue a parar a otro español, Iñaki Isasi, del Euskaltel. Esta vez, los McEwen, Hushovd y Zabel vieron a partir de la quinta plaza la hazaña del ciclista cántabro.

«He arriesgado más que otros días y arranqué de lejos. No sabía si llegaría, pero me encuentro bien, sin problemas físicos y lo he conseguido», señaló, eufórico Oscar Freire, quien se dedicó a si mismo la victoria «por los malos ratos pasados». Posiblemente la próxima podría tener como destinatario el hijo que tendrá con Laura, que está a punto de nacer. En su tercer Tour, Freire, de 30 años, llegó con el objetivo de conseguir algún triunfo de etapa que le situara en el camino de la confianza, después de un espinoso camino marcado por las molestias en el isquio, un problema interminable. Este éxito le permite recuperar la sonrisa y soñar incluso con el maillot amarillo, ya que se alzó al tercer puesto de la general a 17 segundos del líder, Tom Boonen, y quedan etapas para el esprint. Entre el belga y el español se interpone otro campeón mundial, el de contrarreloj, el australiano Michael Rogers.

Final feliz para Freire en la etapa que entraba en Normandía, territorio siempre en el recuerdo de duras batallas del siglo pasado, en la que los guerrilleros anónimos del asfalto quisieron disfrutar de momentos de gloria, aunque al final la corona de laurel se la disputaran los grandes campeones. Los protagonistas y encargados de romper el sopor en el pelotón fueron el francés Samuel Dumoulin , «le petit Sam», con sus gráciles 1,59 metros y su amigo alemán Bjorn Schroder, ambos de 25 años y éste último debutante, ganador de una etapa en Tour de Baviera, corredor completo, de buen esprint y vital en el trabajo para Zabel. La cabalgada de este par de valientes que se inició en el km 38, alcanzó casi los 200 kms, todo un mundo, y en tiempo llegaron a disponer de 12 minutos en el km 76, momento en que se acabó la desidia del pelotón en las carreteras.