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Rodrigo Zuleta|DORTMUND
La historia de los enfrentamientos mundialista entre Italia y Alemania apunta a que la squadra azzurra logrará el paso a la final, pero el estadio en que se juega el partido, el Westfalenstadion de Dortmund, invita a apostar por Alemania. Alemania nunca le ha ganado a Italia en un Mundial, tiene un récord de dos empates y dos derrotas en cuatro enfrentamientos, pero, a la vez, de 14 partidos disputados en el Westfalenstadion ha ganado 13 y ha empatado uno con lo que no podría encontrar mejor escenario para romper la maldición que pesa contra los italianos. La superioridad histórica de los italianos sobre Alemania no es pura casualidad. Su planteamiento táctico, que lleva muchas veces a enredar los partidos y que por muchos pasajes se juegue a un ritmo medio del que salen súbitamente para sorprender al contrario, es algo que incomoda mucho a los alemanes.

El último encuentro -amistosoentre las dos selecciones, en marzo pasado, se saldó con una goleada por 4-1 a favor de Italia que generó una crisis en Alemania, pero ni alemanes ni italianos parecen creer que aquel duelo se pueda comparar con la semifinal de mañana. Sin embargo, Toni parece apostar al «miedo» que, según dice, les tienen los alemanes a los italianos y que puede haber aumentado con el 3-0 que el equipo de Marcelo Lippi le infligió a Ucrania en cuartos de final. Además de la superioridad histórica italiana, hay otro factor que habla contra Alemania y es la forma en que se desarrollaron los cuartos de final de los dos equipos. Italia liquidó sin problemas a Ucrania y pudo pasar la página al partido con el pitido final.

Alemania, en cambio, tuvo que jugar 120 veinte minutos contra Argentina y al derroche físico que eso implica hay que agregar el desgaste psicológico de la definición por penaltis y de la trifulca que hubo al final y que obligó, contra su expreso deseo, a que los alemanes siguieran ocupándose del partido de cuartos de final. El sustituto natural de Frings sería Sebastian Kehl, jugador del Borussia Dortmund que jugaría en su propio estadio y sería, por así decirlo, doblemente local, aunque también se baraja el nombre de Tim Borowski. En Italia todo apunta a que el central Alessandro Nesta volverá a ser baja por un problema de abductores y sería reemplazado por Marco Materazzi, que ya purgó su sanción de un partido tras haber sido expulsado en octavos de final contra Australia. Del lado alemán además se discute sobre la posibilidad de que Juergen Klinsmann, tras el desgaste que hubo contra Argentina, inyecte «sangre fresca» en el equipo.