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O.González|GELSENKIRCHEN
Inglaterra y Portugal jugarán, en el modernísimo estadio de Gelsenkirchen, un encuentro de los cuartos de final lleno de tensión y con sabor a clásico.

No es sólo que intimide la presencia de 80.000 ingleses en la pequeña localidad de Gelsenkirchen (278.000 habitantes), ni que una parte de la prensa británica haya calentado el ambiente, incluida una supuesta entrevista al portugués Pauleta que nunca existió, el choque entre el equipo de «los tres leones» y el conjunto luso se ha ganado la condición de clásico.

Porque, cuarenta años después de que Inglaterra y Portugal disputasen la semifinal del Mundial de 1966, cuando Bobby Charlton le ganó la partida a Eusebio, llega un nuevo Portugal-Inglaterra cargado de emotividad.

Por una parte, está reciente el recuerdo de la eliminación inglesa en los cuartos de final de la Eurocopa 2004, cuando Beckham envió a las nubes su lanzamiento en la tanda de penaltis e hizo millonario al aficionado que recogió el balón.

Y por otra, la presencia de Luiz Felipe Scolari. «Felipao» se ha convertido en la estrella indiscutible de la selección lusa, porque ha sido el artífice de la eliminación de los pross en los dos últimos torneos.

Hace cuatro años, conducía a la selección brasileña que apartó a Inglaterra del Mundial asiático, también en los cuartos de final, con un gran gol de Ronaldinho a David Seaman, y dos después, estuvo al frente de la selección portuguesa que se impuso en la tanda de penaltis de la fase final continental.

El intento de la Asociación Inglesa de que Scolari fuese el sucesor de Eriksson, una vez concluido el Mundial, y la forma en que se clasificó Portugal a octavos, tras imponerse en el partido más bronco del Mundial a Holanda, han añadido morbo a un enfrentamiento que parte con la pulsaciones al máximo.