TW
0

La final de la Copa Masters de Shangahi se vivirá hoy de nuevo en Roma, con el suizo Roger Federer y el argentino David Nalbandian, en una esperada semifinal del Masters Series, donde también estará el mallorquín Rafael Nadal que se vengó del chileno Fernando González y se acerca al récord de victorias sobre tierra batida del argentino Guillermo Vilas.

El adversario del vigente campeón de Roland Garros será el francés Gael Monfils, que superó ayer a Andy Roddick, que tuvo problemas en el hombro derecho y cayó apeado por 6-2 y 6-3, en 1 hora y 11 minutos. Se trata de la segunda semifinal del 2006 para Monfils, que cumplirá 20 años el próximo septiembre y que ya este año llegó a la final de Doha, donde cayó ante el suizo Roger Federer, número uno mundial. Nadal y Monfils, con tres meses de diferencia (mayor el manacorí), hasta ahora tan sólo se han enfrentado en una ocasión, con triunfo del número dos del mundo (Montecarlo 2005, en la primera ronda), por 6-3 y 6-2.

De los tres semifinalistas el que menos sufrió fue Nadal, que sigue imparable a la caza del récord de victorias consecutivas sobre tierra batida en poder del argentino Guillermo Vilas, con 53 triunfos. El manacorí ya suma 51.

Nadal también arrolló a González y se vengó de las dos derrotas que tenia ante este jugador (Sttutgart 2003 y Miami 2004), especialmente de la última, que aún recordaba el español por un actitud negativa hacía él del chileno.

Ayer González poco pudo hacer ante el muy superior tenis de un Nadal que, además, salió muy concentrado a la pista, agresivo y sabedor de que tenía que meter el primer saque para no ser atacado en el segundo por la potencia de su rival.

Consiguió eso y más, pues siempre fue por delante (ruptura en cada primer juego de cada set) y poco importó que en el octavo de cada uno de ellos cediera el suyo, pues se encargó rápidamente en ambos casos de volver a quebrar el del suramericano. Nadal está en semifinales, a dos victorias de igualar a Vilas.

El que peor lo pasó fue el tenista suizo Roger Federer, número 1 mundial, y que padeció demasiado para desembarazarse de joven español Nicolás Almagro, llegado de la fase previa y al que sólo doblegó, y con grandes problemas, en tres sets, por 6-3, 6-7 (2) y 7-5.

Dos horas y treinta y tres minutos de un partido duro y en el que, sorprendentemente, Almagro tuvo contra las cuerdas a su ilustre rival; a un Federer que sigue evidenciando que sufre tremendamente sobre la tierra batida ante los especialistas de esta superficie.

El suizo, pese a iniciar bien (3-0) y hacerse con el primer set (6-3), padeció ante un Almagro que saltó a la pista sin miedo ante tan ilustre rival, que mentalmente está fuerte y que tiene un tenis muy interesante. Ya avisó de ello a Federer en la primera manga y lo justificó con creces en las dos siguientes, en especial en el segundo set.

Así, con buena variedad de golpes, combinando la potencia y sin excluir el toque, provocó errores inusuales de un Federer que vio como en el segundo set el español tenia siempre bola de ruptura con sus saques. Fue en el séptimo cuando el murciano logrará situarse ya con ventaja (4-3) y, tras ceder el suyo en el décimo (5-5) forzó el desempate. Ahí arrolló a Federer, por 7-2.

Presión
El suizo cedía su primer set del torneo y dejaba entrever debilidades de las que Almagro podía aprovecharse. Lo tuvo cerca el murciano, pero, con ambos conservando su saque, falló en el duodécimo juego dos bolas y perdió el partido.

Federer iba a semifinales padeciendo y Almagro caía con honor, evidenciando su gran progreso de los últimos meses y habiendo jugado su primer cuarto de final de un Masters Series.

El rival de Federer será el tenista argentino David Nalbandian, su verdugo en la gran final de Shangahi el pasado año, quien le conoce muy bien (6-4 en victorias para el jugador sudamericano) y que ganó con comodidad al croata Mario Ancic, por un doble 6-3.

Un partido monocolor para el argentino, que desde el inicio arrolló a un rival que no encontró ni su potente saque y pudo maquillar su derrota al final con los golpes de la desesperación cuando ya era muy difícil luchar por el triunfo.