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Carles Domènec|BARCELONA
Los rivales de Nadal parece que salgan a la pista con la única expectativa de conseguir un buen resultado, perder pero maquillando el cómputo final, y la posibilidad de ganar se convierte en una mera hipótesis. Es la sensación que desprenden, hoy en día, los rivales del manacorí en tierra batida. Nadal lleva 44 partidos seguidos ganando en tierra, está a sólo dos del segundo mejor registro de la historia, que tiene Bjorn Borg con 46, y a 9 de la mejor racha de todos los tiempos, en manos del argentino Guillermo Vilas.

El partido contra el alicantino Iván Navarro, 158 del circuito, empezó igualado, pese a que el mallorquín consiguió romper el servicio ya en el primer juego. El intercambio en el fondo de la pista iba desplazando a Navarro, cada vez más lejos de la línea de fondo mientras que Nadal conseguía restar más metido en la pista y subir a menudo a la red con voleas ganadoras. Con 3-2 en el marcador, el juego del mallorquín desplegaba sus mejores armas. Nadal cargaba el juego en el revés del contrario.

te los primeros juegos me ha costado alargar la bola, pero no he fallado», declaró Nadal al final del partido, que mantuvo que «he jugado mucho más tranquilo que en el primer partido contra Feliciano López, y físicamente estaré cada vez mejor, a medida que voy avanzando rondas en el campeonato». El único aspecto menos positivo fue el servicio. Nadal aseguró que «he empezado sacando bien y he terminado mal, como de costumbre». Tras el 6-4 del primer set, la segunda manga perdió interés tenístico y Navarro no pareció tener, en ningún momento, la convicción de poder dar la vuelta al marcador.