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Fernando Fernádez|JEREZ
Tras Jerez quedarán quince Grandes Premios, o lo que es lo mismo, 375 puntos en juego. Pero la historia dice mucho a favor de los que han logrado empezar la temporada en el peldaño más alto del cajón. No en vano, diez de los últimos quince campeones del mundo de 250 centímetros cúbicos se impusieron en la manga inicial y no abandonaron la posición de privilegio hasta el cierre del curso. Por ello, hacerse con su primer triunfo en el cuarto de litro supondría una inyección de moral añadida para Jorge Lorenzo. Está en el centro de todas las miradas. Sabe que todos le dan como favorito, pero también es un artista a la hora de esquivar la presión que todo el entorno le hace ver que existe fuera del "motorhome". Porque además de confirmar que es el piloto en mejor forma y con la progresión más firme de la cilindrada, ponerse al frente del Mundial nada más iniciarse sería el mejor síntoma para encarar la cita de Qatar y el primer tramo de una temporada en la que el balear pretende hacer historia.

El ejemplo más ilustrativo y reciente para entender el valor estratégico de una victoria en Jerez lo da el que ha sido rival y compañero de cilindrada de Jorge en más de una ocasión. Antes de dar el salto a MotoGP, Dani Pedrosa tuvo tiempo de dejar boquiabierto al mundo del motor con su brillante triunfo en su puesta de largo en 250. Fue en Sudáfrica, sobre el asfalto de Phakisa y a los mandos de su inseparable Honda. Nacía la temporada 2004 y el anterior campeón mundial de 125 derrotaba con un escaso margen de tiempo a Randy de Puniet. Nacía un nuevo fenómeno y el Mundial pasaba a ser propiedad suya, pues un año después, precisamente en Jerez, Pedrosa daba un nuevo recital logrando la "pole" y una autoritaria victoria sobre Sebas Porto y lex de Angelis. Lorenzo se conformaba con un notable sexto puesto en su puesta de largo en la categoría, pero al de Castellar ya no había quien le cerrara el paso hacia su tercer entorchado consecutivo.

El apasionante desenlace del Mundial 2003 acabó por dar validez a la estadística. Manuel Poggiali volvía al libro de honor del Campeonato, esta vez en 250, después de una carrera eléctrica en Cheste. El sanmarinense, que esta temporada ha regresado a la cilindrada con ganas de recuperar el tiempo perdido, dio un golpe de efecto en la prueba inaugural. Vencía en Suzuka a la armada japonesa encabezada por Aoyama y Takahashi y presentaba sus credenciales. Su tercer puesto en Cheste y una línea regular hicieron el resto. Cambiaron las cosas en 2002, el de la consolidación de Marco Melandri. El italiano dejó sin título a Fonsi Nieto, pero dejó en manos de Miyazaki el primer escalón del podio de Suzuka, escenario en el que el futuro campeón mundial se quedó sin puntuar, para iniciar la remontada poco después en Sudáfrica.