Quedan aún más de tres meses para que la Liga baje la persiana,
pero el Mallorca se enfrenta esta tarde a una cita ineludible.
Desarmado por los números y aturdido por el terremoto que han
generado sus últimas actuaciones, el conjunto de Héctor Cúper
disputa hoy la primera final del campeonato, un partido al que las
circunstancias han convertido en una prueba real de supervivencia.
El equipo balear se la juega ante un rival propicio y relajado como
el Getafe, pero lo hace maniatado por sus limitaciones y por una
presión que puede resultar determinante. Una nueva caída o
cualquier otro paso en falso, por pequeño que sea, podría encerrar
a los isleños en un callejón sin salida del que unicamente se sale
con tiempo y paciencia. Y ahora mismo el club no dispone de ninguna
de esas dos cosas (Estadio de Son Moix, PPV, 17.00 horas).
El Mallorca, que lleva más de tres meses sin ganar en casa, se
ha impuesto la victoria como la única alternativa posible y eso
siempre conlleva un riesgo añadido. Para empezar, todo lo que
envuelve al encuentro está perfumado con el aroma de las grandes
ocasiones y aunque el patinazo encaja en cualquier pronóstico
previo, casi nadie se atreve a incluirlo en sus cuentas porque
supondría un golpe tremendo, casi insuperable. Para evitarlo, el
equipo ha vuelto a asociarse con su mejor aliado, la afición, y va
encarar el pulso desde su perspectiva más positiva. El técnico ha
reconstruido el equipo con una columna vertebral muy distinta a la
que propuso en la última función y va a concentrar todas sus
fuerzas en seguir respirando.
Cúper ha levantado totalmente los cimientos del once y volverá a
partir de cero frente al cuadro madrileño, con el que nunca ha
perdido ni en Primera ni en Segunda división. Prats relevará a Moyà
bajo los palos y tanto la defensa como el centro del campo
recuperarán el orden gracias a la vuelta de Tuzzio, Doni y Navarro,
que saltarán al campo de inicio después de pasar una semana en la
nevera por sanción. Junto a ellos estará también la última gran
esperanza de éxito de la entidad, Leonardo Pisculichi, que sigue
mejorando fisicamente y que parece el jugador más indicado para
cargarse el equipo a las espaldas en el caso de que surjan
dificultades. Además, volverá a haber noticias de Campano, que al
parecer ha puesto fin al monopolio de Jonás en la banda. La criba
la costará el puesto a Víctor Casadesús, pero puede favorecer una
competencia hasta ahora desconocida que enriquecería las
prestaciones del vestuario.
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