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Rafael Nadal es uno de los jugadores que más kilómetros recorre en la pista, pero casi seguro que es también el que más hace fuera de ella. Más de 160.000 kilómetros para jugar veintiún torneos en 17 países con un total de trece viajes intercontinentales. Shangai ha sido la última terminal del presente ejercicio para el manacorí, que de aquí al final del año tendrá que vivir algún que otro desplazamiento por compromisos publicitarios o simplemente por ocio, aunque quizás ya le queden pocas ganas. El tenista mallorquín ha fijado el récord del circuito en 89 partidos individuales en una temporada, aunque ha aderezado su hoja de servicios con la disputa de 29 encuentros de dobles. Once torneos adornan sus vitrinas tras un curso que para él ya ha bajado el telón y que le deja como número dos del mundo con unos registros que le hubieran permitido estar en el número uno en anteriores temporadas. El jugador manacorí ha volado durante más de 200 horas, aunque son algunas más y quedan unos cuantos kilómetros que añadir al balance final si se añaden los viajes que ha realizado para cumplir con sus patrocinadores o participar en actos publicitarios.

Sin duda los números dan buena cuenta de la dureza de un calendario que apenas abre breves paréntesis para la disputa de las eliminatorias de la Copa Davis y en los días previos a los grandes. Sólo el mes de diciembre está libre de competición, pero los jugadores deben ponerse manos a la obra en el último mes del año para preparar su irrupción en los primeros torneos del curso. Apenas habrá tiempo de olvidar la rutina del aeropuerto y el alojamiento en hoteles, ya que enero suele ser el mes en el que tanto él como Carlos Moyà acumulan más kilómetros. No en vano el primer tramo del calendario y el primer Grand Slam tienen lugar en las Antípodas.

Es cierto que muchos jugadores marcan una agenda a su gusto en función de las citas que más les interesan, pero los cincuenta mejores del planeta tienen una serie de compromisos obligatorios. Nadal es uno de ellos. Su espectacular trayectoria le ha obligado a ir con las maletas de un lado para otro con mayor premura de tiempo, puesto que apenas conquistaba un torneo ponía rumbo al siguiente destino para volver a jugar. Sin embargo, lo más sorprendente es que su rendimiento sobre la pista no se ha resentido. Ni desfase horario, ni cansancio acumulado, el tenista manacorí no ha dado muestras de debilidad. También se ha borrado de algunos torneos, pero es que de no hacerlo, además de haber aumentado las posibilidades de caer lesionado, hubiera superado el centenar de partidos individuales, así que las bajas del mallorquín en algunas de las últimas paradas del curso prueban su condición humana. Tal vez la experiencia de 2005 hará que tanto él como su equipo de trabajo opten por una agenda de competición más llevadera. Todo irá en función del estado físico del manacorí, que ha mostrado un excelente nivel a lo largo de la campaña 2005. Y es que con 19 años es muy difícil dosificar a un portento que disfruta con lo que hace. Además, la palabra dosificar no parece entrar en el diccionario que maneja el mallorquín, que no sale a la pista si no es para rendir al 100% de sus posibilidades.