TW
0

Efe|PONTEVEDRA
La Volvo Ocean Race 2005/05, que se inició ayer con la etapa prólogo de Sanxenxo, será la edición más extrema de toda la historia de una regata oceánica que tiene poco más de treinta años pero que ha contado en sus ocho ediciones anteriores con los nombres más legendarios de la vela mundial.

Los neozelandeses Peter Blake y Grant Dalton; los estadounidenses Paul Cayard y John Kostecki, que intentarán repetir en esta edición, el holandés Cornelius Van Rietschoten, héroe nacional en su país y único vencedor como patrón en dos ediciones (1978 y 1982), son algunos de ellos.

Costó mucho el organizar una competición de este tipo. Después de muchas negativas, los organizadores encontraron un patrocinador inicial inesperado, la propia marina británica. La Royal Navy estaba muy interesada en la navegación transoceánica y vio la celebración de esta regata como el perfecto banco de pruebas para sus nuevos proyectos. La Marina se ofreció a sufragar los gastos y a buscar un patrocinador privado.

Pero esta ayuda llegó finalmente de una compañía de importación con una larga experiencia en el comercio naviero, la Whitbread PLC, con un gran prestigio en el Reino Unido que dio su propio nombre a la regata.

La que se conocería hasta 1998 como Whitbread Around The World Race, nació después de una conversación, al lado de «una buena pinta», entre el coronel Bill Whitbread, dueño de la empresa y el almirante de la Royal Navy Sailing Association (Asociación de Vela de la Marina Británica), Otto Steiner, que decidieron crear una prueba náutica que fuese «el último gran desafío humano», según sus palabras.

Así nació la vuelta al mundo por etapas que inició su andadura el 8 de septiembre de 1973 en el puerto británico de Portsmouth. De la aventura se pasó a las pruebas extremas con más recorrido de las 27.000 millas náuticas iniciales a las 31.250 actuales y más etapas, que pasaron de cuatro a las nueve actuales.

La adopción para esta edición de los monocascos VO70, considerados los veleros más rápidos del mundo, que miden casi tres metros más (21,3 metros) de eslora que sus antecesores, los VO60 (18,6 metros), y pesan una tonelada menos; el contar con sólo diez tripulantes, las quillas basculantes, que pueden poner al barco en inclinación de hasta 40 grados y las orzas laterales harán que ésta sea la edición más extrema y donde la resistencia humana y de los materiales (sólo 10 velas medidas por etapa y un máximo de 24 para toda la regata) será factor decisivo.

Novedades
La inclusión de regatas costeras y metas volantes en los océanos también aumentan el espíritu competitivo de las tripulaciones en pos de uno de los galardones más preciados de la vela oceánica.

Antes de iniciarse la competición ya hay un récord mundial de velocidad a batir: el del «Movistar» de Pedro Campos (530 millas en 24 horas).

Ocho equipos compiten en la prueba y el triunfo es para el «Ilbruck Challenge» alemán al mando del estadounidense John Kostecki, con el español Joan Vila como navegante. La segunda posición es para el «Assa Abloy» sueco al mando del inglés Neil McDonald y con los españoles Guillermo Altadill y Roberto Bermúdez en su tripulación, que ganaban la Sydney-Hobart del 2001 en su clase.

Ayer, la embarcación sueca «Ericsson» se impuso en la primera regata, en la que el barco español, el «Movistar», en el que regateaba el rey Juan Carlos I concluyó en cuarta posición.

La gran cantidad de público que se acercó hasta la bahía de Sanxenxo tuvo que esperar algo más de dos horas para ver navegar a las embarcaciones, ya que la salida se tuvo que posponerse hasta pasadas las 15:00 horas debido a la escasez de viento en la Ría de Pontevedra. Escoltados por una inmensa marea de barcos, los seis participantes que comenzaron la regata emprendieron la nueva ruta que la organización diseñó para evitar la cancelación de la prueba después de los grandes problemas que se vivieron.