Desde que volviera a ingresar en la máxima categoría, en la
temporada 1997-98, el Mallorca ha construido durante el mes de
noviembre su particular tabla de salvación para el resto de la
temporada. Salvo contadas excepciones, el undécimo mes del año ha
sido siempre uno de los termómetros más fiables del curso y este
año, teniendo en cuenta el delicado estado de salud del equipo, se
antoja más decisivo que nunca.
El Real Mallorca se adentrará esta semana en uno de los sectores
que más le atraen de todo el campeonato de Liga. Recién inaugurado
el mes de noviembre, el escogido habitualmente para iniciar el
despegue, al equipo balear se le amontona el trabajo pendiente y se
le vienen encima tres citas irrevocables para definir el rumbo de
su porvenir. Cádiz, Espanyol y Athletic de Bilbao marcarán las
nuevas coordenadas del grupo rojillo y pondrán a prueba la
credibilidad del proyecto, algo reestablecida tras los últimos
resultados. Los de Cúper van a intentar apoyarse en la estadística
para acabar con las dudas que tanto le han deteriorado y para
afianzarse de una vez por todas en la zona templada de la
clasificación.
Los números de las últimas temporadas delatan que el Mallorca
comienza a subir escalones a partir del penúltimo mes del año. Los
isleños se han acostumbrado a recibir la Liga en plena fase de
adaptación y es en este punto de la competición cuando mejor
funciona el engranaje del vestuario. A excepción de la temporada
anterior y de las dos campañas en las que Cúper estuvo al frente
del plantel, el equipo ha firmado un promedio de tres victorias, un
dato que, de repetirse, traería una buena porción de tranquilidad a
la Isla.
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