Los jugadores del Mallorca celebran su triunfo sobre el Celta tras finalizar el partido. Foto: MONSERRAT

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Se trataba de ganar. De redactar un epílogo sin gazapos; de agarrar tres puntos de una vez por todas y consumar un ejercicio puramente resultadista. Lo logró el Mallorca, que de paso obtuvo una tregua, un margen para tomar aire y encarar rearmado la cita del Sevilla, otra prueba inmediata donde la aritmética también será un asunto capital. No está el Mallorca para otra cosa. Con la cuenta repleta de números rojos, sólo importa el marcador, mitigar el déficit y ese desagradable olor que desprende el equipo desde hace un buen puñado de jornadas. Bajo este principio tan básico encaró la escuadra de Cúper la cita del Celta.

Ansioso y responsabilizado, el conjunto balear expuso pragmatismo a cualquier otro aspecto. Su fútbol fue discontinuo, poco fluido, pero no hubo concesiones en la orilla de Prats y si cierta optimización de los recursos. Fue suficiente un estupendo gol de Doni para liquidar al conjunto vigués y acabar ganando a la italiana. Parece haber aprendido la lección el Mallorca, que había firmado funciones notables que sin embargo habían arrojado números desastrosos. Los detalles siempre acabaron traicionando al equipo bermellón, que fallaba un penalti o encajaba un gol tras un corner sin veneno alguno.

Era el defensivo un aspecto a corregir y en eso ha tenido mucho que ver Eduardo Tuzzio, un tipo solvente que conoce el oficio de central. Poco a poco Cúper parece ir encajando piezas y su equipo va encontrando referencias, un andamiaje sobre el que construir el edificio. El mayor problema es que la Liga no espera a nadie. Ahí está Tuzzio, que aporta solidez, y también Doni, otro futbolista que sabe leer los partidos y con capacidad para portar la manija. El nombre de Jonás Gutiérrez también aparece subrayado en el cuaderno de Cúper, que también ha encontrado la mejor versión de Tuni. Tiene el Mallorca capacidad y recursos para amenazar por las alas y eso es tener bastante.