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Daniel Zamora|SAN ANTONIO
Ni el efecto de los triples de Robert Horry, ni jugar de visitantes, ni el alero Tim Duncan impidieron que los Pistons de Detroit ganasen el sexto partido de la final de la NBA y dejasen la definición del título de liga para el séptimo y definitivo que se disputará el próximo jueves. Los campeones defensores de liga confirmaron en el SBC Center ante los Spurs de San Antonio que su triunfo por 95-86 fue el resultado de un trabajo de equipo, un equipo que aceptó la responsabilidad de haber fallado en el quinto partido y salió al campo para corregir el error.

Su esfuerzo y trabajo le permitió igualar a tres la serie y dejar que por primera vez desde 1994 el título de campeones de liga se tenga que decidir en el séptimo partido. Todas las estadísticas eran desfavorables a los Pistons, pero los Bad Boys hicieron historia al ser el primer equipo que gana en territorio enemigo tras perder el quinto partido en su campo. Si para los expertos la victoria de los Pistons había sido sorpresa y más ante un equipo como los Spurs, con la mejor defensa de la liga y la mejor marca como locales, para el entrenador de los campeones de liga, Larry Brown, fue la consecuencia lógica de un gran trabajo de conjunto.

Los jugadores de los Pistons, encabezados por el base Chauncey Billups, auténtico líder en el control del balón y ritmo del partido, junto con el escolta Richard Hamilton, máximo encestador y el alero Rasheed Wallace, encargado de las canastas decisivas, reiteraron que perder el quinto partido le sirvió de motivación. Hamilton, que encestó 23 puntos, líder del ataque de los Pistons, y Wallace que aportó 16 tantos, también admitieron que salieron doblemente motivados por todo lo que paso en el quinto partido y para demostrar que son los campeones defensores.