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Amador Pons|PARIS
Es más habitual e incluso parte de la esencia de Wimbledon, pero la lluvia se convirtió ayer en la invitada de excepción de una de las jornadas más esperadas de Roland Garros. La amenaza de tormenta motivó que se retrasase en más de una hora el inicio de la primera semifinal y mantuvo en vilo a todos los que ansiaban presenciar el duelo más interesante que se puede dar en el circuito Atp. No era un día más en la capital parisina. Nadal y Federer debían disputar el partido que todos apuntan como la final anticipada de la cita sobre tierra más prestigiosa del planeta, pero un simple vistazo al cielo ponía en duda la posibilidad de que se disputase la jornada. Más segura y menos alentadora era la previsión metereológica de la organización, que dejaba al descubierto el peligro de suspensión y el aviso de que la lluvia fuera apareciendo de forma intermitente a lo largo de la tarde.

El orden de juego situaba la primera semifinal entre Puerta y Davydenko a las 13 horas, pero la lluvia fue posponiendo el encuentro hasta una hora y media después. Ya no sólo era la amenaza de tormenta la que que ponía en duda el ansiado enfrentamiento, sino que las previsiones de luz también se ponían en contra del espectáculo. Mientras los aficionados echaban mano de los paraguas, los protagonistas trataban de manejar su ansiedad por saltar a la pista de la mejor manera posible. Finalmente lo hicieron alrededor de las 18.30 con la incertidumbre de lo que podía suceder.