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C.Román
Aunque pueda parecer lo contrario, el Atlètic Balears no está solo en una de sus crisis más prolongadas de los últimos tiempos. El histórico club blanquiazul vive momentos de angustia enfrascado en el vagón de cola del fútbol balear y funciona a través de las decisiones de una junta gestora compuesta a base de retales. Son sin duda tiempos dificiles para la entidad palmesana a la que sin embargo, se le empiezan a presentar ahora algunas alternativas en el horizonte. A parecer hay varias personas -o grupos- interesadas en acceder a los mandos del club en futuro a corto y medio plazo y serán las próximas elecciones del mes de septiembre las que terminen de aclarar el confuso panorama atlético. La situación no es nueva. El Atlètic ha enlazado ya varias temporadas caminando sin rumbo fijo y lo que comenzó siendo un pequeño bache deportivo ha terminado afectando de manera grave a todos los estamentos del club. De hecho, hasta hace muy poco se contemplaba como una más la posibilidad de la desaparición, algo que espoleó los ánimos de los más fieles y que motivó diversos movimientos de apoyo social que podrían concretarse en los próximos meses.

La actual temporada ha provocado que la entidad tocara fondo. Después de un comienzo de curso lleno de interrogantes, una junta gestora encabezada por el ex presidente Miguel Àngel Gómez se había ofrecido a llevar el control del club ante la ausencia de interesados en asumir la presidencia. Gómez, eso sí, dejó claro que su mandato no se iba a prolongar más allá del 10 de marzo y convocó elecciones para ese mismo día confiando en que encontraría un relevo. Pero no fue así. Los comicios como tal, nunca pudieron llevarse a cabo y los socios del club optaron por una solución de emergencia para paliar la hemorragia institucional que se estaba viviendo. Se constituyó una nueva gestora, ahora en manos de Jaume Vidal y el club ha intentado sobrevivir a base de arreones.

En medio de ese relevo se produjo otro capítulo esperpéntico que dañó seriamente la imagen del Atlètic. El ex colegiado y ex presidente del Comité Balear de Àrbitros, José Antonio Doménech Riera, anunció que se hacía cargo del club y que iba remodelar toda su estructura aplicando nuevas fórmulas. Parecía interesante, pero no llegó a serlo porque su duración mínima. El dirigente abandonó el club muy pocas horas después de su llegada y agravó el incendio que estaba sacudiendo al equipo. En el escaso tiempo que intentó liderar el proyecto, Doménech provocó además un enorme cisma en el interior del vestuario y reveló que las arcas del club estaban bajo mínimos. De nuevo, la situación seguía enredándose. En las últimas semanas se había detectado cierta calma en los alrededores del Estadi. La gestora de Vidal sigue cumpliendo con su labor y la principal preocupación pasa por mantener en Tercera a un equipo que deportivamente se sostiene con alfileres. Continuos cambios de técnicos, extraños fichajes de jugadores procedentes de la península... Demasiada actividad y muy poca lógica.