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Han pasado nueve meses desde que la thailandesa Yaowapa Boorapolchai hiciera trizas las ilusiones de Brigit Yagüe en el combate inaugural de la competición olímpica en Atenas. La defensora del título mundial, triple campeona continental y gran baza del equipo español se veía apeada a las primeras de cambio. Madrid y su nuevo pabellón de deportes le permiten disponer de una ocasión de oro para resarcirse. Ese metal es el que perseguirá mañana en el Campeonato del Mundo que se celebra desde hoy en la capital de España. Los nervios ya se hacen notar en plena cuenta atrás. En la capital, Juan Antonio Ramos, su pareja, no podrá competir por lesión, pero la mallorquina tiene entre ceja y ceja el metal que se le escapó el pasado agosto en los Juegos Olímpicos. El Mundial es el objetivo prioritario en su salto de categoría. Ahora competirá en el peso Mosca (-51 kilos), al que muchas de sus compañeras de lucha han accedido tras los Juegos. Ello hace que las rivales sean las mismas. Por ello, el resultado del sorteo no le obsesiona. «He repetido con muchas de ellas y las conozco bien. El sorteo no me quita el sueño, lo que realmente me obsesiona es el primer combate. Entonces, podré saber cómo estoy realmente. Notas si estás rápida y coges confianza. La cuestión es romper el hielo», explicó la taekwondista olímpica balear.

La representante italiana será su primer obstáculo, pudiéndose cruzar con la thailandesa en cuartos de final. El formato de competición no ofrece opción a la repesca. Es el mismo que el que tuvo que afrontar en Atenas 2004, pero una derrota en la primera eliminatoria puede permitir a Brigit Yagüe luchar por la medalla de bronce. La mallorquina se ha convertido en una de las más firmes esperanzas del equipo español, que tiene la consigna de mejorar las cinco medallas de la última cita. A Madrid acudirán 1.500 atletas de 150 países, entre los que se hallan numerosos metales olímpicos. En la categoría de -51 kilos, Balears está llamada a brillar con luz propia de la mano de una Brigit Yagüe que espera «que en esta ocasión los arbitrajes estén a la altura de las circunstancias, no como en Atenas, pero por encima de todo, que los nervios no me traicionen una vez más». Mañana saldremos de dudas.

Hace dos años, Brigit se colgó el oro -también fue campeona mundial júnior en 1998- en la localidad germana de Garmish Partenkirchen, superando en la final del peso minimosca a la china Ying Wang, la que puede ser una de sus más temidas rivales, «además de la thailandesa, la cubana o la coreana. A la primera le debo una y eso hace que tenga más ganas de que empiece el Mundial». Para acceder a la final, Brigit deberá sacar adelante seis combates. Serán en total 58 las competidoras en su peso, pero ella misma es su gran rival. «Estoy fuerte y creo que llego al cien por cien. Llevo una semana entrenando a tope, pero es inevitable que los nervios aparezcan», señala Brigit.