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La manifiesta superioridad de Roger Federer en la temporada pasada se pone a prueba en el Abierto de Australia, que comienza el lunes y en el que el jugador suizo defiende el título dispuesto a mantener su condición de número uno del mundo, ante, entre otros rivales, el mallorquín Carlos Moyà. Ganador del torneo de Doha en su primera intervención en el calendario ATP de este año, Federer se presenta en la edición centenaria del Abierto imbatido en sus últimas 14 finales, tres de ellas del Grand Slam (Abierto de Australia, Wimbledon y Open USA), con once títulos ganados en el ejercicio anterior y, además, con un nuevo entrenador, el australiano Tony Roche, lo que en teoría debería servir aún mas para mantener su enorme efectividad. A esta nueva cita, el tenis español acude con la aureola de campeón de Copa Davis conquistada en Sevilla y con casi todos sus efectivos. Encabezan la lista Carlos Moyà, quien tiene reciente su victoria en el torneo de Madras, y tres favoritos más, Tommy Robredo, Feliciano López y Juan Carlos Ferrero.

Si el tenis inglés tiene su asignatura pendiente en Wimbledon, el australiano lo tiene en Melbourne, donde sus raquetas no ganan el título individual desde que Mark Edmoson lo hizo en 1976, siendo Pat Cash, en 1988, el último que participó en una final. Este año, además, Lleyton Hewitt afrontará este reto en solitario, pues el cañonero Mark Phillippoussis no participará debido a una lesión en un abductor. El primer Grand Slam del 2005 no podrá contar con las dos finalistas de la pasada edición, las belgas Justine Henin-Hardenne y Kim Clijsters, y es la estadounidense Lindsay Davenport, campeona en el 2000, la que parte como primera favorita. Pero la amenaza llegará sin duda del tenis ruso, que ha colocado a cinco de sus representantes entre las diez primeras favoritas del torneo, después del impacto que causaron el año pasado cuando Anastasia Myskina se proclamó campeona en Roland Garros, Maria Sharapova, en Wimbledon y en el Masters Cup, y Svetlana Kuznetsova, en el Abierto de Estados Unidos.

Para Moyà es el comienzo también de una nueva experiencia en su búsqueda de un nuevo título del Grand Slam. El mallorquín ha dejado a un lado este año la Copa Davis, sabedor de que a sus 28 años le quedan ya pocas oportunidades para triunfar en un grande y quiere poner todo su empeño en ello, y en Australia tiene una de sus grandes esperanzas, pues tanto el clima como el entorno que rodean el torneo son de su gusto. Además, la vieja lucha por conquistar el único grande que se resiste al tenis español reaparece, pues ninguno se ha coronado campeón individual de este Grand Slam, aunque no han faltado ocasiones, como las de Carlos Moyá en 1997 y Conchita Martínez al siguiente, las últimas.