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La irrupción del Alcúdia en la esfera del baloncesto profesional ha supuesto un cambio radical en los esquemas del club del Nord de Mallorca. Las miras ahora se ubican un escalón por encima de la LEB-2 y Palma es la siguiente escala de un proyecto que no ha tocado techo. El vicepresidente del Alcúdia, Guillem Alomar, es uno de los hombres fuertes dentro de un organigrama que ha trazado las líneas maestras de una singladura que debe concluir en la cúspide del deporte de la canasta. En los albores del derbi ante el Drac Inca, el veterano dirigente quiere resaltar que «el Alcúdia tiene la estructura más sólida de Mallorca y sus metas no son otras que llegar algún día a la ACB y jugar en Palma, donde la respuesta del aficionado debe ser acorde con la categoría del equipo».

Alomar recuerda que en la Isla «sólo hay sitio para un equipo en LEB y el proyecto del Drac Inca está agotado. Han necesitado nueve años y más de mil millones de pesetas para acabar en LEB-2. Nosotros, en un año hemos llegado allí». El hecho de contar con dos representantes en la categoría de bronce y la fuerza con la que se impulsa el Alcúdia permiten a Alomar pensar que «estamos ante un cambio de ciclo. Nosotros queremos llegar aún más lejos que el Inca. Para ello, contamos con un presidente que puede tocar a las puertas oportunas y una larga serie de patrocinadores -Melià, ACP Iclima, Endesa...- que aseguran la continuidad del proyecto. Estamos capacitados para alcanzar un presupuesto mayor que el que puede manejar actualmente el Menorca, por ejemplo», admite Alomar.

Del encuentro del sábado (20 horas), cuya recaudación irá a parar a los damnificados por el tsunami que devastó el sudeste asiático -aunque la directiva hará un donativo equivalente a la taquilla-, Alomar lo definió como «un partido importante, pero nuestros rivales van a ser Bruesa, Burgos o Pozuelo. Pese a ello, no podemos esconder la gran rivalidad existente desde hace tiempo. Aún recordamos el partido de Sa Creu, pero en éste no habrá ni lejía, ni sangre ni jabón».