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Hay noticias difíciles de asimilar, y ésta es una de ellas. Cuando Albert Orfila, el jefe de Deportes de esta casa, me llamó para decirme «ha muerto el padre del compañero Antonio Martín», me llevé un disgusto. Un doble disgusto, para ser exactos. Porque conozco al hijo, que trabaja en Ultima Hora (jefe de la sección de cierre), y porque era amigo y admirador desde hace muchos años de su padre, Antonio Martín Caparrós, que ahora inesperadamente nos ha dejado cuando todavía no había cumplido los 70 años.

Para los mas jóvenes, y también para aquellos aficionados que se piensan que el fútbol comienza y acaba en Samuel Etoo, les diré que Antonio Martín ha sido uno de los futbolistas mas honrados, mas profesionales y mas rectos de todos los que han pisado los campos de esta tierra. Un ariete poseedor de un remate con la cabeza que recordaba al legendario Telmo Zarra o, si avanzamos en el tiempo, a Carlos Alonso «Santillana». Muchos aficionados de Inca todavía guardan en sus retinas los dos soberbios goles de cabeza con que el Constància superó la eliminatoria con el Algeciras en Es Cós y ascendió a Segunda División. El segundo tanto, en escorzo, fue tan espectacular -y valioso- que aún hoy existen aficionados que lloran de emoción cuando lo recuerdan.

Éste es el hombre que nos ha dejado, al que los aficionados recordarán siempre por su paso por el Constància en la categoría de plata del fútbol español. Pero no se acaban aquí los méritos de Antonio Martín Caparrós, que, nacido en Málaga el 20 de febrero de 1934, con veinte años se vino a Palma para hacer el servicio militar y le gustó tanto la isla que ya se quedó a vivir con nosotros para siempre. Sus comienzos futbolísticos habían sido en el At. Malagueño, filial del Málaga, de donde pasó directamente al Collerense, el primer equipo de la Isla que se fijó en sus enormes condiciones de futbolista.

Del Collerense pasó Martín al Alaró, el pueblo que le acogió con enorme afecto y que marcaría su vida. En Alaró se hizo futbolista apreciado por todos. En Alaró echó sus raíces, se casó y tuvo su familia. Alaró, en una palabra, marcó un antes y un después en su ciclo vital como futbolista y como persona. Porque tras seis temporadas defendiendo los colores alaroners, Martín se fue al Constància, donde estaría tres temporadas -dos de ellas, la 1962-73 y 1963-64, en Segunda División-, para pasar al Manacor, después Soledad y vuelta por último de nuevo al Alaró, donde colgaría las botas. Muchas aficiones, pues, tendrán que guardar un minuto de silencio y lucir brazaletes negros los equipos en su próximo partido oficial. Antonio Martín Caparrós se merece, como pocos, el reconocimiento del mundo del fútbol. Murió Martín, el «Zarra» mallorquín. Un gran futbolista y una excelente persona.