Héctor Cúper dialoga con sus jugadores, ayer, antes de iniciar el entrenamiento en la Ciudad Deportiva Antonio Asensio.Foto: MONSERRAT

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Héctor Cúper, habitualmente flemático y tranquilo, mostró su lado más vehemente a la conclusión del partido del pasado domingo ante Osasuna (1-2). El técnico argentino, que permaneció más de treinta minutos en los vestuarios para bajar su temperatura corporal, lanzó un dardo envenenado, un puñal que se clavó en el corazón del vestuario. La bronca pública de Cúper, inédita en su primera etapa en la Isla, monopolizó ayer tertulias y titulares. El de Chabas denunció la falta de actitud de la plantilla, rescató del cajón unas palabras enterradas desde su llegada, «la situación es crítica», y señaló con el dedo a algunos jugadores: «El que no esté dispuesto al sacrificio, no jugará», sentenció ante la incredulidad de los periodistas.

Veinte horas después de sus palabras, llegó el reencuentro con la plantilla. A las cuatro de la tarde, con el cielo cubierto de nubarrones, Héctor Raúl Cúper reunió a sus hombres. Cabezas gachas. Pocas ganas de hablar y silencio. Mucho silencio. Un silencio sepulcral que sólo resquebrajó la voz demíster. El técnico, más serio que nunca, lanzó una advertencia: «El que corra va a jugar; el que no, se quedará en casa», soltó Cúper.

El entrenador argentino apuesta por las frases cortas pero directas como el camino más corto para llegar al grupo. No es un tipo sobrado de verborrea. Su estilo es conciso y claro. En apenas quince minutos acribilló a sus jugadores con una charla cimentada en palabras como actitud, trabajo, sacrificio. «No puede ser que no tengamos actitud cuando estamos en una situación de descenso. No puede ser y no lo voy a permitir», insistió Cúper con un tono que no dejaba ni un resquicio de duda.

Para el compromiso de mañana en Bilbao, el técnico quiere un cambio de actitud total: «Hay que ir allí a ganar. Corriendo, luchando, sacrificándose, ayudando al compañero...».