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Eefecto Cúper empieza a tener consecuencias reales sobre la clasificación. Independientemente de la imagen del equipo, de su nivel de juego o de las sensaciones que transmita, el Mallorca ha empezado a despertar y eso se ha traducido en cifras. Desde la llegada del técnico argentino al banquillo de Son Moix, el cuadro insular ha orientado la vista hacia la parte superior de la tabla y aunque todavía le restan por subir algunos peldaños para llegar a la superfície, la victoria frente al Numancia le permite tomarse un respiro y observar el campeonato desde un prisma muy diferente. Los números son elocuentes y un simple vistazo a las estadísticas de las jornada iniciales delatan las dificultades padecidas por un grupo que había seguido un rumbo errante desde que el balón se hizo con el protagonismo del campeonato.

En las primeras nueve jornadas de competición, bajo la batuta de Benito Floro y Tomeu Llompart, el Mallorca sólo fue capaz de obtener una victoria en sus nueve apariciones y recopiló un total de 5 puntos. Su actuación más brillante se produjo en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe, una plaza que los baleares conquistaron sin demasiados alardes gracias al acierto de Juan Arango y Luis García, pero que no tuvo continuidad en las citas posteriores. Sus dos empates, en el Carlos Belmonte de Albacete y en Son Moix frente al Villarreal, fueron lo único rescatable en un tramo de torneo para olvidar que dejó al equipo sumido en una crisis de gran tamaño. La dinámica sacudió directamente al banquillo, le costó el puesto a Benito Floro y le devolvió el protagonismo a Tomeu Llompart, que cumplió a la perfección con su papel de técnico interino y llevó la calma a un vestuario que recelaba de su anterior referente.

El nombramiento de Héctor Cúper como máximo responsable de la primera plantilla isleño abrió el camino de la esperanza. Ya no sólo ante la afición, que recibió con los brazos abiertos al icono por excelencia del mallorquinismo, sino también ante el vestuario, que alteró de inmediato su mentalidad para aplicarse en algunos conceptos a los que todavía no había prestado atención. Llegó Cúper y empezó el Mallorca a llenar su zurrón de manera inmediata. Su primera prueba estaba enclavada en el Sánchez Pizjuán, un lugar inaccesible del que nadie había podido extraer nada que valiera la pena. El cuadro insular lo hizo y arañó un punto tan elaborado como merecido. Una semana después y con el equipo algo aturdido por la eliminación sufrida en la Copa ante el Lanzarote, el cuadro rojillo recibía al Atlético y el choque se saldaba con un marcador calcado al del partido anterior, pero con la sensación de que la trayectoria estaba por fin variando. El mejor momento de esta nueva fase llegó en La Romareda gracias a una victoria sobre el Zaragoza que disparó sus mejores expectativas. Pese a ello, la visita a Mestalla no pudo ratificar esa mejoría y se tradujo en la primera derrota de Cúper en el campeonato. Sin embargo, la remontada ante el Numancia restañó las heridas previas y deja al Mallorca en una situación favorable ante lo que se le avecina.