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Las opciones de Pedro Carbonell de conquistar su cuarto título mundial siguen vigentes, pero han perdido algo de fuerza tras el desarrollo de la primera prueba del Campeonato que se celebra en las chilenas aguas de Iquique. Tanto el mallorquín como el resto del equipo español desconocían al cierre de esta edición los resultados oficiales del pesaje, pero las previsiones no eran demasiado optimistas. Las adversas condiciones climatológicas y los numerosos problemas derivados de la organización del evento hacían presagiar un balance discreto, aunque el desconocimiento del resultado firmado por sus rivales les otorgaba aún posibilidades reales de éxito.

El Mundial arrancó entre problemas, ya que la salida de las embarcaciones desde el puerto de Caleta Cavancha acarreó numerosas dificultades y provocó un retraso importante en el programa. A la selección española, formada por Carbonell, Pepe Viñas y Santiago López, le correspondió partir en el octavo lugar y desde ese momento comenzó a toparse con las primeras trabas. El capitán del equipo, el mallorquín Tomeu Salas, explicaba a la conclusión de la primera jornada que «el agua se encontraba muy sucia y eso nos ha dificultado muchísimo nuestra tarea porque todo el trabajo que habíamos hecho anteriormente no nos ha servido de nada. Tenemos que esperar a lo que diga el pesaje pero nuestra primera impresión no es nada optimista».

La selección había estado entrenando por espacio de tres semanas cerca del lugar de la prueba, pero apenas pudo obtener rendimientos reales a su labor en el primer examen. Salas relató además que otro de los problemas que afectaron al equipo fue la rotura del bote en el que competía Pepe Viñas, ya que se perdió un tiempo valiosísimo en reemplazar el barco.