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A la espera de Cúper, el fútbol regresa a Palma. Al margen de cualquier negociación, de utopías y de ofertas, el Mallorca se encuentra con una cita en la que apenas tiene margen para el error. Juega ante el Racing con la perentoria necesidad de ganar, ni siquiera de sumar, porque la hinchada está irritada y todavía no sabe lo que es sonreír en su estadio. Por eso todo va a quedar aplazado hoy, porque lo único que importa es el triunfo (Son Moix, 17.00 horas, PPV).

Ha sido una semana histérica. Desde que el equipo regresara de San Sebastián con los bolsillos vacíos, todo se precipitó. El consejo se reunió el lunes y despidió a Floro al mismo tiempo que llamaba a la puerta de Tomeu Llompart. Un día después Cúper se desvinculaba del Inter y el Mallorca le hacía un guiño. El miércoles los isleños lograban superar la eliminatoria de Copa ante el Rayo mientras Alemany se citaba con el agente de Cúper. Un par de días más tarde el club reconocía que contratar al técnico argentino iba a resultar casi imposible.

Y en esas, el Mallorca se ha encontrado sin quererlo con el partido ante el Racing, sin acordarse de que es vicecolista y de que todavía no ha ganado en Palma. Tal vez por eso el consejo de apresuró ayer a recordarle al entorno que lo verdaderamente importante ahora es mantener esa dinámica ganadora que se inició en Madrid, porque de contrario la situación se va a agravar de una forma preocupante. Y es que el Mallorca se encuentra con el barro hasta las rodillas, con escaso margen de maniobra y con la enfermería llena. Delibasic, Müller y Marcos Vales no han entrado en la lista debido a sus problemas físicos, Iván Ramis está sancionado y Arango y Pereyra padecen diversas dolencias que van a condicionar su rendimiento.