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Está claro que Son Moix sólo se llena con la visita de los galácticos. Así se demostró en la primera jornada de Liga ante el Madrid y se corroboró ayer con el regreso del Barcelona. El equipo catalán se presentaba en la Isla con un equipo capaz de maravillar con sólo cuatro partidos a sus espaldas y con un reclamo estelar: Samuel Etoo. Pues pese a todo ello, el recinto mallorquinista se quedó muy lejos de lucir su mejor entrada y las calvas que presentaba la grada eran notables. Nada comparable a la expectación que generan los Beckham y compañía a su paso por Mallorca. Es una auténtica pena: un hecho que debería llevar a algunos a plantearse qué está ocurriendo.

Se preveía un partido enorme que debía de empezar a jugarse en las gradas, pero no fue así. La expectación que había generado el equipo de Fran Rijkaard hacía pensar en un ambiente infernal y en una abundante representación blaugrana en las gradas, pero todo resultó ser muy diferente.

Lo que no se vivió en la grada se sufrió en la pista de atletismo, donde la concentración de periodistas acabó por ser tremenda. Un enjambre persiguió la salida al césped de Etoo y se dirigió posteriormente hacia en banquillo del Barça propiciando una imagen más que curiosa. La elevada presencia de informadores se notó también en los puestos de prensa del estadio y en las comparecencias posteriores al partido de los protagonistas, en las que hacer llegar un micrófono a la boca de los jugadores se convertía en una tarea practicamente imposible.

Volviendo al encuentro, Samuel Etoo encarnó a la perfección el papel principal de la jornada. La grada se refugiaban infinidad de mensajes para el astro africano, que recibió su primer homenaje cuando espeaker pronunció su nombre intercalado en la alineación barcelonista. Aún así, los primeros balones que tocó fueron acompañados de pitos. Sus dos goles hicieron crecer ese aparente divorcio con la grada, pero se trataba unicamente de una circunstancia del partido. Rijkaard ordenó su sustitución y Son Moix se puso en pie para despedirle como se merece. Él ya había cumplido. Anotando dos goles y manteniendo un respeto ejemplar hacia la tribuna con su comportamiento tras los tantos.

La zona noble también se llenó de rostros conocidos, principalmente procedentes del mundo de la política. Resulta también curioso que algunos de ellos sólo se dejen ver por Son Moix en partidos muy concretos. Porque seguro que van a ver al Mallorca, ¿no?.

El que no quiso perderse la cita fue el presidente del Govern balear, Jaume Matas, quien departió animadamente con el presidente azulgrana, Joan Laporta, que venía de darse un baño de masas junto a los peñistas de Mallorca. Tampoco faltaron los miembros del consejo de administración del club balear y los invitados ilustres. Y es que el palco si que registró una de los mejores entradas del año.

Por lo demás, todo transcurrió dentro de la calma. Hasta el final, cuando un espontáneo accedió al terreno de juego. Afortunadamente, sólo fue una anécdota.