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Unos vaqueros, una camiseta rojilla con la inscripción de la penya Bar Son Flo en el reverso, una gorra y una bufanda anudada al cuello. Si ven a alguien cerca de un estadio de fútbol que coincida con esta descripción y el Mallorca se viste ese día de corto, no tengan duda. El retrato robot corresponde a Bill William, un aficionado inglés que ha dedicado los cuatro últimos años de su vida en acompañar al equipo balear en sus desplazamientos por toda la península, el último el pasado domingo en Getafe, y por media Europa.

Nacido hace 48 años en la localidad inglesa de Halifax, en el condado de Yorkshire, Bill William es el auténtico jugador número 12 del Real Mallorca. Residente en la isla desde hace 18 años y casado con una mallorquina, Bill ha convertido su hobby en una pasión. Da igual que el Mallorca juegue en Valladolid, Sevilla, Chipre o Copenhague. Que sea partido de Liga, de Copa o incluso amistoso. Que haga frío o calor. Si hay euros en el banco, ahí está Bill William para alentar desde la grada de cualquier estadio al equipo de sus colores. Ya totaliza unos 70 desplazamientos y piensa seguir hasta que la economía aguante.

«La primera vez que vi un partido del Mallorca fue hace unos dieciséis años y me aficioné hará diez. Pero desde la temporada 2001-02 acompaño al equipo siempre que el dinero me lo permite. Recuerdo que en mi primer desplazamiento, el Mallorca ganó en San Mamés 0-1», subraya Bill William. A pesar de que su empleo tampoco le permite vivir rodeado de lujos -trabaja como repartidor de bebida para niños y frutos secos-, Bill se ha dejado una porción notable de sus ahorros en acompañar al Mallorca: «La pasada temporada me gasté unos 8.000 euros porque sólo me perdí tres partidos fuera en toda la temporada.