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Xisco Cruz
Manolo Bosch no paraba de atender al teléfono, mientras la gente se agolpaba en los pasillos de la Federación. El párking empezaba a quedarse pequeño y se habilitaba el campo del Soledad. Eran poco más de las 12.00 horas y en los locales de Son Malferit ya se podía a ver a Miquel Bestard y a Pep Domènech ejerciendo su derecho al voto. Mientras, Mateu Català cumplía sus obligaciones laborales. La respuesta del fútbol balear estaba siendo impresionante, algo que se corroboró durante la tarde. Fue entonces cuando se vieron algunas escenas lamentables, cuando personas vinculadas a las tres candidaturas se lanzaban sobre deportistas, técnicos o presidentes a la caza de su voto. Por lo demás, todo fue notable.

Interventores. Si algo tenía el balompié de estas islas hasta ahora era miedo. Tal vez eso explica que hasta 26 interventores vigilasen que las papeletas se colocaban correctamente en las urnas. Ninguna de las candidaturas quiso perder detalle, pero algunos gestos sobraron. Mirar por encima del hombro a una persona que está votando parece excesivo, y eso lo hicieron de forma repetida muchos de los interventores. ¿A qué tenían miedo? ¿A qué debajo de la urna hubiera una mano que se tragaba las papeletas? Hubo imágenes casi esperpénticas, porque para vigilar ya estaban los guardas de seguridad.

Cuatro mesas.Pudieron ser más, pero al final sólo hubo cuatro mesas para votar en Mallorca. La candidatura de Català, en una de sus múltiples impugnaciones, había logrado que la junta de garantías electorales retirara las de Inca, Manacor y Ciutadella. «No teníamos garantías de que el proceso fuera fiable», aclaró ayer Català. Había una urna para cada estamento, situadas en salas distintas. Por cierto, 31 clubes se habían quedado sin poder votar por temas burocráticos algo que, sin embargo, no debilitó la gran participación.

Benditas colas.A lo largo de la tarde la afluencia de votantes fue masiva. Eso generó colas, pero benditas colas. Nadie imaginaba que todos los estamentos del balompié de la Comunitat se implicaran tanto en unos comicios. Todos estaban sorprendidos, alegres porque el fútbol balear ha vuelto a recuperar su identidad. A las 21.00 horas se cerró la cancela de la FBF y sólo los que quedaban en su interior pudieron votar.

A especular.«Por lo visto en la Part Forana va a arrasar Català», aseguraba un entrenador poco después de votar. «Es imposible, Bestard lo tiene ganado», le replicaban. Era el momento de especular, de hacer valoraciones, de la moviola. Había muchos nervios, un buen montón de interrogantes, de dudas. El favoritismo de Bestard se tambaleaba, a pesar de que él seguía insistiendo que iba a aganar las elecciones a la asamblea. Empezaba el recuento.

El triunfo.Todo fue rápido, limpio, ordenado, ágil. El recuento se realizó con gran celeridad y a medida que se escrutaban papeletas el triunfo de Miquel Bestard se hacía más tangible. Apenas una hora más tarde ya todos sabían en la Federación que el de Bunyola iba a gestionar y administrar la FBF durante los próximos cutro años. Alegría en su candidatura, muchas felicitaciones. Ahora le toca a Bestard pasar a la acción.