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Miguel Luengo|PARÍS
Carlos Moyà, Tommy Robredo, y un Alex Corretja, muy motivado, se colocaron en la tercera ronda de Roland Garros, en una jornada en la que dos grandes favoritos, la defensora del título, la belga Justine Henin-Hardenne, y Andy Roddick hicieron las maletas, y el cuadro masculino se quedó sin estadounidenses.

Nunca antes Moyà habrá sufrido más al obtener una victoria, pues aunque destrozó a Fernando Vicente, por 6-1, 6-2 y 6-1 en 78 minutos, no disfrutó de ese triunfo ante su mejor amigo. El mallorquín recordó como lo pasó él mismo cuando se lesionó en la espalda en 1999 y lo difícil que fue su recuperación. Pero en la pista se empleó sin contemplaciones.

Un alto porcentaje de servicio, con nueve saques directos, y sin ceder una sola vez su saque, y con 43 golpes ganadores, en plan exhibición, fueron clave para que el campeón de 1998, alentado en la grada por su amiga especial, la italiana Flavia Pennetta, sumase su undécima victoria ante Vicente, que se ha pasado cuatro meses lesionado en un pié. Razón de más para que Moyà se sienta ahora motivado y seguro ante el duelo contra el holandés Raemon Sluiter, verdugo del eslovaco Dominik Hrbaty.

Igual le sucedió a Tommy Robredo, que aunque cedió un set fue superior al albaceteño Guillermo García López, que había salido de la fase previa, y al que se impuso por 6-4, 3-6, 7-5 y 6-4. «Me hubiera gustado ganar en tres mangas pero ha sido un rival difícil», dijo Tommy, que ahora se las verá con el chileno Nicolás Massu. A pocos como Alex Corretja una victoria le sabe tan bien en estos momentos. Vencer hoy al tailandés Paradorn Srichaphan, 13 favorito, por 6-4, 7-5 y 6-3, significó una inyección de moral para el barcelonés que ahora se define como un «jugador del montón», a pesar de haber sido finalista aquí en dos ocasiones, ocupar en su momento el segundo puesto mundial y ganar el Masters en 1998.