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No hay excusas para un Drac Inca que está obligado a ganar el cuarto encuentro del «play out» si no quiere dar con sus huesos en la LEB2 y echar por la borda ocho temporadas en la categoría de plata y un proyecto que ha hecho historia para el deporte de la canasta en Mallorca. El Ourense y su caliente hinchada aguardan a los de es Raiguer (12:30) con la moral por las nubes, aunque la excepcional capacidad de recuperación de los profesionales inquenses permite albergar serias esperanzas de poder invertir la dinámica de la serie.

La fortaleza mental va a ser una de las claves del choque en el que el Inca puede dar un pasode gigante o, de lo contrario, precipitarse al vacío y sellar su pasaporte hacia la LEB2 en el que se es tercer paso por este trance.

En el aspecto físico, tan sólo preocupa Alberto Alzamora. El ala-pívot mallorquín fue uno de los grandes protagonistas de la tercera entrega (80-73) y su concuso se antoja fundamental dada su experiencia y la irregularidad exhibida por Ezugwu y Young. Alzamora sufrió un fuerte golpe en la rótula y una consiguiente fisura, pero no es duda y volverá a ser uno de los ejes del juego gualdinegro. Young volvió a notar fuertes molestias en la espalda, mientras que Stevie Johnson mejora espectacularmente, de la misma manera que un Antonio Bustamante que con el paso de los minutos mejoró sus prestaciones sobre el parqué orensano.

Frenar a Bernabé (18 puntos, 9 asistencias y 5 recuperaciones) puede restar ímpetu al juego del grupo de Àngel Navarro, pero Drac Inca también deberá tener en cuenta los números de Shoemaker y Wright, sobremotivados ante su afición y una seria amenaza bajo los tableros.

Puliendo algunos detalles en el juego interior, manteniendo la inspiración de Sergio Rodríguez desde la línea de 6,25 y recuperando a Bulfoni, el cuadro balear posee suficientes argumentos como para castigar al Ourense con su primera derrota del año 2004 como local. Ganar tres encuentros consecutivos es algo que está a su alcance, pero que pocos han podido conseguir por la extrema dureza de un cruce tras nueve meses de intensa competición.

El déficit inquense se ubicó en la línea de tiros libres. Un 56 por ciento de aciertos con una serie de 13 de 23 pudo ser una de las armas esgrimidas por el Ourense para vivir su particular fiesta. Ezugwu fue el gran perjudicado en este aspecto. Dos de siete (28%) dice poco a favor de uno de los jugadores firmados para marcar las diferencias, pero que el viernes no estuvo en la línea de Alzamora.

Echando un vistazo a la estadística, veinte pérdidas de balón y la falta de concrección a la hora de abrir brecha en el electrónico -nunca pasaron de más de dos puntos de diferencia a su favor- no son puntos de apoyo para hablar de un triunfo que estuvo en su mano, pero que una antideportiva de Young y la clase de Berenguer frustraron por completo. Apelar al orgullo y demostrar que su plantilla es superior a la del rival es lo que le queda a un Drac Inca que se la juega a una carta. Ser o no ser entre la élite del baloncesto español, y lo que es más importante aún, la supervivencia de un club que pende de cuarenta minutos dramáticos, que se vivirán con máxima tensión y en los que los profesionales no pueden ni deben fallar.