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No ha sido un jugador idolatrado por la afición. Tampoco ha tenido el carisma de Zaki Badou o Samuel Etoo. Ni siquiera en el vestuario ha sido un futbolista de peso a pesar de lucir el brazalete de capitán durante más de un lustro. Pero los números no mienten y en este capítulo su registro es notable. Las trece temporadas en el primer equipo y los más de 400 partidos oficiales que deja en su tarjeta de despedida le señalan como uno de los jugadores más prolíficos en la Historia del Real Mallorca. Bajito, sin mucho peso ni demasiada técnica, Francisco Soler no despuntó por una gran calidad individual, pero su fidelidad al club le permitió sobrevivir a numerosas tormentas, desde la conversión de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva en el verano de 1992, hasta la entrada del Grupo Zeta, pasando por la revolución de la era Beltrán o la reciente entrada de empresarios mallorquines.

Paco Soler, que curiosamente nació un 5 de marzo, fecha que coincide con la fundación de la entidad, dio sus primeras patadas a los 6 años en Son Gotleu. Desde los 10 hasta los 17 años militó en el CIDE, junto a Marcos y Del Campo, y también pasó por el Relojería Calvo. Coincidiendo con la mayoría de edad, Paco Soler fichó por el Real Mallorca. «Chichi» disputó dos temporadas en el Mallorca Atlético en la Segunda División B. La temporada transcurría con normalidad... hasta que Angel Pedraza se lesionó. Corría el mes de abril de 1991. El Mallorca luchaba por la permanencia, con ocho negativos en su casillero, y visitaba nada menos que al Atlético de Madrid, que aspiraba al título de Liga. Serra Ferrer, que la semana anterior había hecho debutar a su compañero Del Campo, recurrió al filial y eligió a Soler. La misión era clara: taponar a Bernd Schuster, el auténtico cerebro atlético. «Chichi» no se arrugó y dejó inédito al rubio centrocampista. Desde aquel día, 21 de abril, Soler sólo regresó al vestuario del Mallorca Atlético para vaciar su taquilla.

En apenas dos meses pasó de un segundo plano en el Mallorca Atlético a la titularidad en Primera. Disputó siete de los ocho últimos partidos de Liga y formó parte de un once histórico. El 29 de junio de 1991 Paco Soler jugó como titular la primera final de la Copa del Rey de su historia. Desde aquella recta final de la Liga 90-91 hasta la presente campaña, Paco Soler ha sido protagonista de escenas contradictorias. En el verano de 1992 descendió a Segunda unos meses antes de colgarse el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona'92. Sevilla y Racing llamaron a su puerta, pero el Mallorca se cerró en banda y no le dejó marchar. Del éxito de la Olimpiada pasó a un lustro en la segunda fila de Segunda División. Perdió dos promociones (92-93 y 95-96) y ganó otra (96-97). Soler cogió el brazalete de capitán tras la retirada de Angel Pedraza en el verano de 1995. Ocho años después, renunció a la capitanía por su escasa presencia en el equipo.