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Luis Villarejo|KUNMING (CHINA)
Ver jugar a Zidane es un privilegio. Y entrenar aún más. Él nunca se esconde. Se atreve siempre, pero en un ensayo donde el resultado es irrelevante, ahí inventa todos los días con un descaro añadido.

Con el talento y los detalles que ofrece este Real Madrid en una 'pachanga' es lógico que los chinos paguen, que tengan que pasar por taquilla. Difícil es que en Kunming vuelvan a ver un espectáculo parecido. Aunque cueste unos dólares y sea para ellos un esfuerzo económico extra que no va en consonancia con su salario base.

Zidane obsequió ayer a los presentes en el Hongta Sport Center un gol antológico. Una hermosa acción individual, casi circense, con amagos, fintas y plasticidad que culminó Raúl mandando el balón a la red. Es duro frenar a Zidane sin faltas y ayer Michel Salgado lo pudo comprobar en directo.